Un cántico para recordar
“Ahora pues, escribiros este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me enojarán, e invalidarán mi pacto. Y cuando les vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo conozco lo que se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra que juré darles.” Deuteronomio 31:19-21
En la desobediencia de su pueblo, el Señor conociendo su corazón, les hace escribir un cántico (Deuteronomio 32) que sería enseñado a su descendencia. Este cántico recordaría el gran amor de Dios, su provisión, la rebeldía e ingratitud de Israel a pesar de que Dios con gran demostración de poder los liberó de la esclavitud, los sufrimientos que habría de recibir su pueblo como consecuencia de esta desobediencia, pero también, a pesar de esto, la redención que Dios haría por medio de su hijo Jesús cuando al final del cántico dice “Y hará expiación por la tierra de su pueblo” (Deuteronomio 32:43b).
Así como el pueblo de Israel, enseñaba a sus hijos este cántico para que no se olvidarán de dónde los sacó el Señor y para que tuvieran esperanza aún en medio de su aflicción, así debemos hacer nosotros con nuestra futuras generaciones, como dice la escritura: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:6-7)
Por esto hoy, en el tiempo de la gracia, donde Cristo por medio de su sacrificio en la cruz nos ha reconciliado con el Padre, nos ha hecho aceptados, perdonados y nos ha justificado; por eso, podemos con alegría entonar un cántico nuevo para exaltar y recordar cómo en su gran amor, Dios envió a su hijo y nos rescató del Egipto que representa el pecado, de nuestra antigua vida, nos ha sostenido a lo largo del camino, nos ha dado gratuitamente el favor inmerecido, su gracia y nos ha concedido el don del Espíritu Santo para que tengamos por firmeza la promesa de redención y vivamos vidas en abundancia, obediencia a Dios y en amor por nuestro prójimo.
Así que, a través de la alabanza de este devocional, toma un tiempo para recordar lo que Cristo hizo, enseña a las futuras generaciones su Palabra y este cántico que exalta el nombre de Jesús, que es sobre todo nombre, nuestro reconciliador con el. Oración inicial
«Gracias Señor por que me amaste, me liberaste del pecado y abriste el nuevo camino a través de tu sangre preciosa, hoy te exalto y quiero enseñar a otros a que coloquen su esperanza en ti, a que crean en aquel que nos dio vida eterna y nos reconcilió con el Padre, para que tuviéramos una relación viva y continua. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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