El escudo de
la Fe
“Sobre todo,
tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del
maligno.”, Efesios 6:16
“Subió,
pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová,
y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que
Salomón había hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce,
y los entregó a los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de
la casa del rey.”, 2 Crónicas 12:9-10
El Rey
Roboam quiso seguir guardando la apariencia, al reemplazar los escudos de oro,
por escudos de bronce. El bronce puede llegar a ser muy parecido al oro, pero
no es igual, no tiene al final la misma calidad y pureza del oro.
El escudo de
oro representa la verdadera fe (1 Pedro 1:7), el escudo de bronce una fe basada
en la apariencia, la religiosidad y una falsa devoción a Dios, realmente, una
fe falsa.
A muchos se
les anuncia el evangelio, oyen, pero no prestan atención, como dice la
escritura “no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en
los que la oyeron.” (hebreos 4:2).
Así que, sin
fe es imposible agradar a Dios (hebreos 11: 6a), y la verdadera fe es la fe en
Jesucristo, puesto que sólo Él es el camino al Padre, por eso el Señor nos dice
una Palabra bastante dura: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados;
porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” (Juan 8:24).
Solo acercándonos a Él, confiando en Cristo, en su Palabra, obtenemos una fe
más preciosa que el oro y somos limpiados de todo pecado.
Además de
nuestra salvación por fe en Jesucristo (1 Pedro 1:9), podemos colocar nuestra
fe en acción, como un escudo en tiempo de batalla, para derribar argumentos de
mentira que quieren llevarnos a la esclavitud del pecado y a retroceder, a
desviarnos de la fe, para que no podamos ver las inmensas riquezas espirituales
que Cristo nos dio en la cruz (Filipenses 4:19). Entonces, la fe que profesas
¿es como un escudo de oro o como un escudo de bronce? Oración.
«Gracias
Padre amado, por la fe tan preciosa que me diste al levantar a tu hijo de entre
los muertos, esa fe que es más preciosa que el oro y es purificada en las
pruebas, en las cuales me gozo, porque sé que al final, demostrará que es digna
de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo regrese. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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