El
arrepentimiento verdadero Parte 1
“Se
acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y
los escribas murmuraban, diciendo este recibe a los pecadores y come con ellos.
Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: «¿Qué hombre de vosotros, si
tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en
el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra,
la pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y
vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se
había perdido.” Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que
se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento.” Lucas 15:1-7
El buen
pastor es Jesús. Cuando estábamos perdidos y esclavos del pecado, Él dio su
vida por nosotros, para hacernos libres por medio de la fe en Él. (Romanos 5:8)
Vemos en
este pasaje cómo se arrepintió la oveja. El buen pastor la buscó, la encontró,
la cargó en sus hombros, la llevó a casa, hizo una celebración y la oveja
descansó en Él. Esto lo reitera en su Palabra cuando dice: “Venid a mí, todos
los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)
El
arrepentimiento verdadero es arrepentimiento hacia Dios, a volver a Él por
medio de la fe en Cristo (Hechos 20:21), pues los que se acercaban a Él, eran
pecadores y publicanos que le escuchaban y sus vidas eran transformadas por la
fe en Él y en la Palabra que les predicaba. “Metanoia”, la Palabra griega para
arrepentimiento, alude a un cambio de dirección radical, a un cambio de la
forma de pensar y este cambio de mentalidad viene cuando escuchamos a Cristo y
aceptamos su Palabra. ¿Hacia donde vamos a cambiar de dirección en nuestra vida
sino conocemos el camino, si nadie predica del camino verdadero, que es Jesús,
o si nadie envía a los que tienen esta buena noticia? (Romanos 10:14).
Así que, al
escuchar la buena noticia de salvación por medio de la fe en Cristo, del perdón
de pecados, vayamos a Jesús, descansemos en Él, en su gracia, no ignoremos ni
tengamos por poco las riquezas de su bondad, paciencia y magnanimidad,
ignorando que la bondad de Dios nos guía al arrepentimiento (Romanos 2:4). Oración.
«Gracias mi
Pastor celestial Jesucristo, porque viniste a buscarme y cuando aún yo era
pecador, moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste para darme vida
eterna y vida en abundancia, en tu gracia quiero descansar, refugiarme en tus
brazos de amor y anunciar a otros la buena noticia de Salvación por medio de la
fe en tu nombre. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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