Permanecer.
Parte 3
“Y el mundo
pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre.” 1 Juan 2:17
Los deseos
del mundo se oponen a que hagamos la voluntad de Dios, y ¿cuáles son los deseos
del mundo? Dos de ellos son la riqueza y el poder.
En cuanto al
primero, Dios no se opone a que tengamos lo necesario y aún lo suficiente, Él
nos da abundantemente en todas las cosas para que las disfrutemos, pero no
quiere que coloquemos nuestra esperanza en ellas, pues son perecederas e
inciertas (1 Timoteo 6:17); muchos las desean por encima de todo, han caído en
su trampa, se desviaron de la fe y han causado demasiado sufrimiento, ya que
han colocado a estas, por encima del amor de aquel que las provee abundantemente
(1 Timoteo 6:10).
En cuanto al
segundo, muchos al llegar a una posición de autoridad, se llenan de orgullo y
abusan del poder, cuando en realidad, la actitud de cualquiera que llega a
tener un puesto de gran responsabilidad, debe ser, de servicio, sin ser
arrogante, sino solidario con los más necesitados, no creyéndose sabio en su
propia opinión (Romanos 12:16). Realmente, todos tenemos algún puesto de
autoridad, sea en nuestra familia o alguna institución y estamos llamados a
servir, como Cristo sirvió y no a enseñorearse de los demás (Marcos 10:42-43).
Así que, si
nosotros hacemos la voluntad de Dios en este aspecto, cuando tengamos a nuestra
disposición algún bien material o alguna responsabilidad, que sea para la
gloria de Dios y sea la oportunidad para mostrar el amor de Él en nosotros; y así,
por lo tanto, permanecemos en Cristo. Oración.
«Señor,
gracias porque me has dado abundantemente en todo, no para ser esclavo de las
cosas sino para ayudar a los que más necesitan, guíame a cumplir tu voluntad,
colocando mi esperanza en ti mi Dios y no en las cosas que ofrece el mundo.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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