La grandeza
del servicio
“Hubo
también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.
Pero él les
dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas
tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el
mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.
Porque, ¿cuál es el mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es
el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.”
Lucas 22:24-27
En repetidas
ocasiones, los discípulos de Jesús cayeron en este error, de considerar que,
así como las naciones tenían gobernantes, en ellos también debería haber uno
que estuviera a la cabeza. A pesar de que Jesús de manera reiterativa, les
enseña que, en el reino de Dios no es así, que entre nosotros los creyentes no
hay una estructura burocrática, sino un cuerpo vivo de servicio y comunión (1
Corintios 12:12-27), donde cada miembro cumple una función, pero todos somos
parte del cuerpo de Cristo, su iglesia.
Sin embargo,
en la historia vemos cómo el hombre crea puestos, lugares y considera a la
iglesia como una organización o una empresa más, pero a la luz de las
escrituras somos un cuerpo vivo, donde de manera mutua, desinteresada y con
amor, nos animamos unos a otros a permanecer en la fe que trae como resultado,
acciones de servicio y amor, nos servimos unos a otros por amor a aquel que
primero nos sirvió y nos lavó de todo pecado (Hebreos 10:24-26).
Así que, si
aspiramos un puesto de renombre, una posición o un lugar mejor, nuestro corazón
debe estar dispuesto a servir como Cristo lo hizo, a renunciar a sí mismo, a
ser el más humilde; por que en los gobernantes del mundo sucede que una vez
tienen una posición de dominio y poder, su corazón se llena de orgullo, y su
puesto viene a ser la forma de llenarse de ambición y como consecuencia, ya no
es de bendición para los demás.
Nosotros los
creyentes, debemos dar ejemplo de servicio, disponiendo nuestro corazón para
ser como niños, (Mateo 18:1-3), llenos de mansedumbre y humildad, que sirven
por amor y con amor. Oración.
«Gracias
Señor Jesús, porque me diste ejemplo de servicio y humildad, siendo el más
grande, te hiciste el menor, al dar tu vida por amor a nosotros y no
consideraste el ser igual a Dios, como cosa a que aferrarte, sino que te
despojaste y te hiciste siervo para morir en la cruz y salvarnos. Cuán grande
ejemplo tengo de amor y servicio, para que así mismo, con el amor que me diste,
sirva a los demás con total esmero y compasión. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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