Doce hombres
comunes como nosotros. Parte 3
“Porque lo
insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más
fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que
lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del
mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de
que nadie se jacte en su presencia.” 1 Corintios 1:25-29
Podemos ser
comunes y corrientes, en un mundo lleno de orgullo y prepotencia, pero el
llamado de nuestro Dios, en Cristo, no es común, es extraordinario, es
sobrenatural, es transformador y es liberador.
Así como
llamó a 12 hombres, en su mayoría pescadores, ahora en el presente tiempo nos
llama a nosotros a servirle y a ser testigos en toda la tierra, cuando
recibimos por fe en Jesucristo a su Espíritu Santo, entonces sucede lo que dice
la escritura: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8). Recibimos el Espíritu Santo, para
que habite en nosotros y transforme radicalmente nuestra vida, dándonos a
través de Él, el poder, amor y dominio propio, para proclamar la verdad de
Jesucristo y para que, en el último lugar de la tierra, que es donde cada uno
de nosotros está localizado, seamos testigos del amor de Cristo.
Si Dios tomó
la vida de estos hombres comunes y corrientes, los transformó en hombres llenos
de amor y los usó para impactar el mundo entero, a través de la revelación de
Jesucristo, también confiemos que con nosotros puede hacer su obra maravillosa
y estemos dispuestos a ser usados para sus propósitos, según el poder de su
abundante gracia que actúa en nosotros (1 Corintios 15:10-11, Efesios 3:20).
Porque Dios hace cosas extraordinarias, en aquellos que confían verdaderamente
en Él (Isaías 64:4). Oración.
«Gracias
Padre porque en la confianza que tengo en Jesús, me has tomado para ser testigo
de tu gran amor y para que mi vida sea transformada en el poder de tu Santo
Espíritu, para gloria y honra de tu nombre. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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