En cualquier situación, elige a Jesucristo
“Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiese y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? […] Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto”. Mateo 27:15-18
Jerusalén celebraba una fiesta solemne cada año: la pascua, y en este día acostumbraban a dejar en libertad un preso, por eso los sacerdotes, ancianos y gobernantes pidieron a Pilato que condenase a muerte a Jesús, el Hijo de Dios, y que soltase en su lugar a Barrabás, un agitador político, ladrón y asesino, y así lo hizo Pilato, consiguiendo ellos lo que pidieron.
En aquel día había también otros presos condenados a muerte y Jesús fue colocado en medio de dos malhechores, porque fue considerado un delincuente de la misma clase, ya que durante su ministerio los judíos le increparon diciendo que era “amigo de publicanos y de pecadores”. Jesús les respondía que “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”, por lo que nunca dejó de estar cerca de los pecadores hasta el final.
El evangelio de Lucas, nos cuenta que “uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lucas 23:39-43)
En la situación que vivimos actualmente, donde la vida de todos está en juego, vemos que hay dos bandos. Uno que injuria a Dios por esta crisis y niega su existencia, como aquel ladrón que le dice: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lucas 23:43), sorprendentemente esta frase se repite hoy diciendo <> sin examinar la culpabilidad de sus propios hechos. Pero hay otro bando, los que reconocemos a Jesucristo, Dios hecho hombre, nuestro único Salvador, que habitó entre nosotros y que esperamos su pronto regreso como Él lo prometió, para establecer su reino para siempre.
Hermano, abre tu corazón a Jesucristo, recíbelo como tu Señor y Salvador, deja que Él gobierne tu vida a través de las Escrituras, pues solo Dios tiene Palabra de vida eterna y respuesta a tu necesidad. Oración.
«Precioso Señor Jesucristo, gracias porque un día tocaste a mi vida y elegí seguir tu camino, abrí mi corazón para que entraras y gobernarás mi existencia, te doblegue mi corazón, reconocí el vacío de mi vida cuando no estás y desde entonces llegó la paz y el gozo que sobrepasa el entendimiento humano. Gracias mi Señor Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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