Apresúrate a
restaurar tu relación con Dios (Primera parte)
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9
Qué
maravilloso es recibir la libertad después de estar en una prisión, y ser
liberados de la ley del pecado y de la muerte, para quienes hemos creído en la
obra extraordinaria de Jesús en el Calvario, siendo perdonados por medio de la
sangre derramada en la cruz. Pero, si aún a pesar de esta gran verdad, estás en
pecado, apresúrate, corre hacia Jesucristo, arrepiéntete y encontrarás el
perdón.
Colosenses
3:5-9 dice: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las
cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, […] Pero ahora
dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia,
palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros,
habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”. Esto de despojarse o de
hacer morir en nosotros, parece algo fácil pero siempre se termina haciendo lo
opuesto, y por consiguiente alejándose de Dios para continuar en el pecado.
Cuando esto suceda, no huyas de Dios, confiesa tu pecado y vuelve al Camino que
es Jesucristo.
Dice la
biblia que “Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras
iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas
7:9) y aún más, nos limpia de toda maldad y nos hace nuevas criaturas. Pero
¿qué nos corresponde hacer a nosotros? Tenemos que arrepentirnos, lo cual es un
cambio de mente, sentimientos y de voluntad en cuanto al pecado. Esto implica
dejar nuestro estilo de vida pasado, abandonar intencionadamente el pecado y
volvernos a Dios. Es un cambio de actitudes. Es tomar decisiones radicales una
a una, pues no se puede cambiar de un solo golpe toda la vida, pero hay que
comenzar ya.
Hermano, si
andas en malos caminos, confiésalo ante Dios y Él te ayudará a cambiar tu
manera de pensar y de actuar. Confesar los pecados es un paso importante en
nuestra restauración y santificación para tener una relación íntima con Dios. Oración.
«Padre
Amado, me presento delante de ti con un corazón contrito y humillado,
reconociendo mi pecado y mi maldad; me confieso delante de tu presencia con
firme arrepentimiento, pues hoy dejo morir lo terrenal en mí y me apropio de tu
inmenso perdón para restaurar mi relación contigo. Gracias Señor. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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