Dios nos
libra de toda esclavitud
“Después
Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa, y dijo a los hijos de
Israel: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y
os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los reinos que os
afligieron. Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de
todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: No, sino pon rey sobre
nosotros”. 1 Samuel 10:17-19a
En el
Antiguo Testamento Dios habló a su pueblo a través de profetas, en este caso,
Samuel es la voz de Dios a Israel y es impactante que Dios mismo tenga que
recordarles, los prodigios hechos para sacarlos de la dura esclavitud bajo los
egipcios y de todo reino que a ellos los oprimían. Y esto nos sucede con
frecuencia a nosotros, luego que nos ha dado la libertad del pecado y la
tribulación ha pasado, olvidamos fácilmente la bondad y la misericordia de
Dios; cada día está lleno de milagros, cada día la mano del Señor se abre para
colmarnos de bendiciones, pero por el afán y la ansiedad de nuestra vida, pasan
desapercibidos los favores de Dios.
Vemos aún
más, que su pueblo había desechado a Dios, adorando ídolos cananeos, por eso
Samuel les viene diciendo: “Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová,
quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro
corazón a Jehová, y sólo a él servid” (1 Samuel 7: 3a).
Esta palabra
escrita hace más de tres mil años, es tan fresca el día de hoy y nos habla a
nosotros para que examinemos a quién tenemos en nuestro corazón ocupando el primer
lugar en nuestra vida, qué cosas, situaciones o personas se han convertido en
nuestros ídolos. La biblia dice en Santiago 4:5 “¿O pensáis que la Escritura
dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela
celosamente?” Dios nos quiere para Él en total consagración y adoración, así
que no pongamos condición como el pueblo de Israel, pues Él nos guarda de todas
nuestras aflicciones, temores y angustias. Oración.
«Padre
amado, bendeciré tu nombre eternamente y para siempre y no olvidaré ninguno de
tus beneficios, tú perdonas todas mis maldades, sanas mis dolencias, rescatas
del hoyo mi vida, me liberas de toda esclavitud, me coronas de favores y
misericordias, pues nueva es cada mañana tu bondad, grande es tu amor. Gracias
Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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