DIOS CAMBIA
LA AFLICCIÓN EN REGOCIJO
“Y Elcana su
marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está
afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se levantó Ana […];
y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del
templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró
abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares
mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de
tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová
todos los días de su vida, 1 Samuel 1:8-11
El pueblo de
Israel vivía momentos críticos, porque sus enemigos los filisteos se habían
fortalecido, pues contaban con moderna tecnología militar griega, por tanto,
era necesario que Dios levantara un profeta y juez de Israel, para restaurar la
ley, el orden y la adoración a Dios.
Un varón
llamado Elcana, hombre piadoso y temeroso de Dios, tenía dos esposas (Situación
no aprobada por Dios), Ana que era estéril y Penina quien sí tenía hijos, y
ésta “la irritaba (a Ana), enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le
había concedido tener hijos”. Ana se sentía muy afligida porque era una gran
desgracia en Israel que una mujer fuera estéril.
En estas
circunstancias de tanta aflicción, Ana fue al templo y “con amargura de alma
oró a Jehová, y lloró abundantemente” y hace un pacto con el Señor, pidiendo:
si “dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de
su vida”. La Biblia cuenta que Dios la escuchó y le concedió un hijo que se
llamaría Samuel, ella lo dedicó a Dios y apenas lo destetó, lo consagró en el
templo y fue reconocido como fiel profeta de Dios.
Esta
historia nos enseña que la tristeza o la aflicción no deben impedirnos orar,
mucho menos enojarnos con Dios, pues en la presencia de Él todo cambia, así
como ocurrió con Ana. La Biblia dice: “Y se fue la mujer por su camino, y
comió, y no estuvo más triste”. Presentémonos delante del Señor, derramemos
nuestra alma y clamemos con fervor, que Él nos responderá y con su poder nos
liberará de la amargura y la frustración. El gozo del Señor renueva nuestras
fuerzas. Ana en su cántico dice: “Mi corazón se regocija en Jehová” “Porque
nadie será fuerte por su propia fuerza”. (1 Samuel 1:1,9)
Hermano,
nada es imposible para Dios, Él es poderoso para hacer mucho más de lo que
nosotros pedimos o entendemos. El Dios que adoramos es el Dios de Ana, es el
que quita toda esterilidad, el que cambia la tristeza en gozo, es el Dios que
se hizo hombre y vino a entregar su vida en una cruz por amor a nosotros, el
Dios que susurra a nuestro oído diciéndonos que echemos toda carga sobre Él,
porque Él tiene especial cuidado de nosotros.
Oración.
"Amado
Padre, no quiero vivir en aflicción, me levantaré y haré lo que hizo Ana,
rechazar ser una víctima y correr a tu presencia. Tú conoces mi necesidad, por
tanto, a ti clamaré y oraré con lágrimas en mis ojos, echando toda ansiedad
sobre ti, sabiendo y confiando que eres el Dios de imposibles, el que cambia la
tristeza en gozo. Gracias Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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