El clamor
del pueblo
«Aconteció
que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían
a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con
motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su
pacto con Abraham, Isaac y Jacob» Éxodo 2:23-24
Después de
muerto José, los Israelitas se multiplicaron en gran manera, y para ese
entonces en Egipto se levantó un nuevo rey que empezó a oprimirlos con dura
servidumbre, pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban. En medio
de tanta opresión el pueblo clama a Dios por su liberación, Dios escucha sus
gemidos y levanta un líder, Moisés, para liberarlos de la esclavitud, y le
dice: «El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y
también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto,
ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos
de Israel» (Éxodo 3:9-10). Y también les da una promesa: «Yo os sacaré de la
aflicción de Egipto […], a una tierra que fluye leche y miel». (Éxodo 3:17)
Tal vez
nuestra vida esté convertida en un Egipto, en padecimientos, opresión,
menosprecio, amarguras y pecado. Entonces ¿qué podemos hacer? Al igual que los
israelitas, tenemos que clamar y gemir al Dios Altísimo, porque no es el Faraón
quien determinó su liberación, sino Dios, pues la crudeza de los conflictos no
son determinantes en nuestra vida, sino la mano de Dios con su poder, Él dice:
«Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú
no conoces». (Jeremías 33:3)
Dios no es
indiferente a lo que vive la humanidad, pues somos creación de Él y desde su
templo inclina su oído al clamor de sus hijos, pero quiere que abandonemos los
malos caminos, los pensamientos inicuos, nos despojemos del viejo hombre que
está viciado conforme a los deseos engañosos y aceptemos su voluntad para vivir
una vida nueva, sin anhelar volver a la esclavitud del pecado.
Hermano, el
Señor es tu pronto auxilio en la tribulación, acércate a Él, abre tu corazón,
acéptalo como tu Salvador, Él te sacará de toda esclavitud y del pecado para
llevarte a una tierra que fluye leche y miel. Oración.
«Cristo
Jesús, clama mi alma y mi corazón se doblega ante ti, reconociendo que necesito
tomarme de tu mano para salir de toda esclavitud, de maldad, opresión,
tribulación y pecado, pues solo en ti encuentro mi pronto auxilio, eres mi
Libertador y mi Salvador. Te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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