UN LUGAR EN QUE TODO ES COMO DEBERÍA DE SER: PERFECTO
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso
es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de
luna que brille en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es
su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella;
y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca
serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la
honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que
hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro
de la vida del Cordero”, Apocalipsis 21:22-27
El concepto del cielo siempre ha estado presente en nuestra
cultura, muchas películas, documentales y música han sido inspiradas por el
interés que los seres humanos muestran hacia este lugar. Sin embargo, muchos
hoy tienen dudas de que exista un cielo como el que describe la Biblia en este
pasaje y no creen en las promesas de Dios mostrando una nueva creación, en la
cual Él y su pueblo moran juntos en comunión.
¿Será que podemos imaginar ese lugar donde no hay hambre,
violencia, injusticia, guerras, pobreza, sufrimiento, enfermedades y muerte?
Parece demasiado bueno para ser real, pero lo es, porque Jesús lo prometió en
14:1-3 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la
casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho;
voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré
otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis”.
Ese lugar es real y seguro para todos los que creemos, pues
Jesús está haciendo los preparativos para pasar la eternidad con nosotros allí.
Tenemos una morada eterna dispuesta por nuestro Rey de reyes y Señor de
señores. Un lugar sin límites de propiedad, donde seremos semejantes a Cristo,
donde tendremos un cuerpo nuevo, un ambiente nuevo, una experiencia nueva en la
presencia de Dios, donde cesará el sufrimiento y la muerte.
En ese lugar, las puertas nunca serán cerradas porque será
siempre de día, donde todo lo bendito y glorioso puede entrar continuamente.
Nada inmundo entrará en la ciudad celestial y lo más increíble de entender, es
que nosotros estaremos ahí no por nuestro origen, personalidad, ni buena
conducta, sino por nuestra fe. La vida eterna está a la disposición sólo por lo
que Jesucristo, el Cordero, ha hecho por nosotros. Si confiamos y creemos en Él
estaremos asegurando nuestra estadía en el cielo, nuestra ciudadanía en su
nueva creación.
Tenemos una responsabilidad grande para con nuestros
semejantes que están desesperanzados y temerosos de .su futuro. Prediquemos el
evangelio y mostremos que la vida eterna es una realidad y está disponible a
través de Jesucristo para todo el que le conoce, como lo dice Juan 17:3 “Y esta
es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado.
Cree en Jesucristo, acéptalo en tu corazón y tú nombre
estará escrito en el libro de la vida del Cordero; ese es el pase para entrar
al cielo. Oración.
"Gracias Padre celestial porque a través de tu Hijo
Jesucristo, su muerte y resurrección, restauraste todas las cosas que fueron
dañadas por el pecado del hombre. Ahora tengo la seguridad de una vida eterna
junto a ti. Recárgame de fe al mirar las maravillosas promesas en tu Palabra
sobre el cielo, donde ya no habrá más sufrimiento y decadencia, sino que todo
va a ser como lo diseñaste desde el principio para todos los que hemos
depositado nuestra confianza en ti. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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