NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y A LAS RIQUEZAS
“Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las
riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas
ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano. Como
salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y
nada tiene de su trabajo para llevar en su mano. Este también es un gran mal,
que como vino, así haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano?
Además de esto, todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y
dolor y miseria. He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer
y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del
sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte”,
Eclesiastés 5:13-18
El predicador nos enseña que las riquezas y las ganancias
materiales no contentan ni satisfacen a los seres humanos. Cuando la vida está
basada en el materialismo se vuelve vanidad y carece de sentido. Entre más se
tiene más se agobia el alma, porque hay más preocupación por todo lo que se
tiene. Saber que nada de lo que se posee se puede llevar cuando se muere,
desconcierta al que sólo vive para eso.
Las satisfacciones materiales no bastan. Es mejor vivir
contento con lo que se tiene que sufrir y agobiarse por acumular riquezas
ociosas. El codicioso no disfruta de su trabajo y se priva a sí mismo
inútilmente de muchas cosas, de la familia, del descanso, de la tranquilidad,
de la paz, etc. Afanarse sin disfrute alguno es inútil, trabajar de manera que
no se pueda gozar de los frutos de su labor es necio, ya que el exceso de
trabajo es un vicio, que vuelve esclavos a los hombres.
Dice Proverbios 10:22 “La bendición de Jehová es la que
enriquece, y no añade tristeza con ella”. La diferencia entre la riqueza que ha
sido buscada y la que viene de la mano de Dios, es que esta última no está
asociada con maldición alguna. Es de sabios disfrutar con moderación lo que
recibimos del Señor y ser agradecidos y gozosos con las bendiciones que Él nos
da.
Eclesiastés 5:19-20 “Asimismo, a todo hombre a quien Dios da
riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su
parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho
de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón”. Si
conocemos a Dios y tratamos de vivir delante de Él de forma que le agrademos,
entonces somos sabios. Ser sabios es atribuir un valor relativo a nuestras
decisiones porque aprendemos a escoger aquellas cosas que tienen un valor
permanente.
Ser un mayordomo cuidadoso de nuestras posesiones, es
colocar primero a Dios y luego lo demás, entendiendo que el dinero es un
instrumento para ser utilizado y no un dios para ser servido, por eso nuestras
motivaciones a la hora de adquirir y conseguir cosas son factores determinantes
en nuestra vida espiritual. Si nuestro corazón está consagrado a Dios le
serviremos sólo a Él. Mateo 6:24 nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará
al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Oración.
"Amado Dios, gracias por todo lo que me das, por todo
lo que tengo. Permíteme disfrutar de tus bendiciones y consagrar mi corazón a
ti para servirte con amor y agradecimiento. Aparta mis ojos de la codicia y el
materialismo para poder colocarlos en las cosas de arriba que son eternas.
Quiero disfrutar de mi trabajo y bendecir a otros cuando me das abundancia.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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