LARGO CAMINO TE RESTA
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar
su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se
fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y
deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo
mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he
aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he
aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y
comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda
vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta”, 1
Reyes 19:3-7
Elías fue un gran profeta de Israel, pero en un momento de
su vida deseó que Dios le quitara la vida. Estaba siendo perseguido por la
reina Jezabel para matarlo, era la esposa de Acá, rey de Israel. Elías ya no
podía más, se escondió en lo más remoto de Judá y se echó debajo de un arbusto
cansado de huir.
Elías recibió una respuesta totalmente distinta a la que
esperaba de Dios, quizás anhelaba que le dijera: “levántate Elías que te daré
la victoria sobre tu enemigo”, sin embargo, el Señor le dice a través del
ángel: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. En otras palabras:
levántate y sigue, porque aquí no ha terminado tu misión, hay algo más a pesar
de las circunstancias que te rodean y todavía no recibirás mi respuesta.
Elías experimentó fatiga y desaliento después de dos grandes
victorias espirituales. Para que saliera de la depresión, Dios le permitió que
comiera y descansara, pero luego lo confrontó con la necesidad de volver a su
trabajo.
Nosotros también podemos pasar por situaciones tan
angustiantes como las de Elías y habrá momentos en que quisiéramos tirar la
toalla, salir corriendo y desear morir. Llevamos mucho tiempo esperando una
respuesta que no llega y nuestra fe se debilita, pero olvidamos que Dios
siempre responde en su tiempo y no de la manera que nosotros esperamos.
A menudo después de que hemos alcanzado algo grande viene el
desaliento. El Señor Jesucristo tuvo siempre claro esto, estuvo cerca a sus
discípulos y no les permitió descansar ni el triunfo ni en los fracasos, sus
éxitos le alegraban, pero su meta era la conquista del mundo. Les dice en Lucas
10:20 “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”.
Dios se encargará de darnos la gracia suficiente en los
momentos de debilidad para que podamos sostenernos y continuar. Necesitamos
depender de la protección y el cuidado de Dios cuando las cosas no andan bien o
mientras somos perseguidos en este mundo. El Señor mandará a su ángel para
animarnos y fortalecernos en nuestra fe y estará con nosotros hasta con el
mínimo detalle. No huyamos, por el contrario, seamos osados, refugiémonos en el
Señor y en su poder. La batalla no ha terminado, todavía hay trabajo que hacer
y un largo camino nos resta. Oración.
"Gracias Señor porque tú conoces qué designios, qué
servicios, qué pruebas vas a permitir en mi vida mientras voy por tu camino. Si
en un momento de dificultad pierdo mi fe y me atemorizo, envía tu Palabra a mi
vida, dame confianza y gracia suficiente para resistir lo que se venga. Dame
sabiduría para entender que tu propósito para mí todavía no ha terminado. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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