SI ORAMOS BIEN, TODAS NUESTRAS PETICIONES SERÁN OÍDAS
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar;
combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no
recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”, Santiago 4:1-3
Muchas veces oramos y no recibimos respuestas, quizás
estamos orando equivocadamente. No pedimos para hacer la voluntad de Dios sino
para satisfacer la nuestra. Cuando oramos guardando en nuestro corazón
sentimientos que no agradan al Señor como la codicia, la envidia, el
resentimiento, la venganza, el rencor, la falta de perdón, la ira, la mentira,
la crítica, la murmuración, el odio etc. Él no escucha. Estos sentimientos son
como comejenes que carcomen nuestra relación con otros y por ende rompen nuestra
comunión con Dios.
El pecado es la primera causa que hace que Dios cierre sus
oídos a nuestras peticiones, Él siempre está dispuesto para los que le buscan
con un corazón humilde, contrito y humillado. Ninguna oración puede ser
efectiva a menos que confesemos nuestros pecados y perdonemos a los demás.
Isaías 59:1-2 “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni
se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división
entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para no oír.
Las causas de nuestras contiendas tienen origen en nuestro
interior, vienen de nuestros propios conflictos que se desbordan en pasiones,
guerras, pleitos con otras personas. Trae una lucha en nuestra propia alma y
con el Espíritu de Dios.
Dice el apóstol Santiago: “codiciáis”. Él habla aquí del
deseo de poseer con la mente y el corazón algo que no podemos y nos devastamos
y oprimimos por la envidia. Esto hace caer a muchos en acciones violentas.
“Mataís y ardeís en envidia”; ya no sólo es el deseo sino la acción
descontrolada de un individuo contra otro. La petición de los injuriosos,
homicidas y contenciosos no es reconocida por Dios como oración.
La oración que Dios promete contestar es sólo la que se hace
con un buen espíritu, con una buena intención, con un corazón limpio, lleno de
amor y perdón. Oración.
"Amado Dios, examina mi corazón y no permitas que
ningún sentimiento negativo se anide en él. No quiero que el pecado haga
división entre nosotros dos, que voltees tu rostro para no oír mis peticiones.
Deseo acercarme a ti con un corazón contrito y humilde, reconociendo mi culpa;
límpiame y perdóname Señor. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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