NADA HAY ENCUBIERTO, SED SINCERO
“En esto, juntándose por millares la multitud,
tanto que unos a otros se atropellaban, [Jesús] comenzó a decir a sus
discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la
hipocresía. Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto,
que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la
luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en
las azoteas”, Lucas 12:1-3
Muchas veces actuamos erróneamente pensando en que nadie nos
ve, pero si quedamos en descubierto esto avergüenza, el Señor dice que “nada
hay encubierto, que no haya de descubrirse” y además todo lo que hablemos con
fingimiento y mentira en cualquier momento seremos afrentados. Vemos cómo Jesús
tachó de hipócritas a los fariseos porque aparentaron ser piadosos.
Son graves las consecuencias de actuar y hablar con
mentiras, pues es una de las abominaciones de Dios, la Biblia dice: “Seis cosas
aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: […], la lengua mentirosa, […], el
testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”
(Proverbios 6:16-19)
¿Quién no ha sido víctima de un engaño y de mentiras, y que
no haya dolido en lo profundo del alma el sentirse defraudado? Por eso es
difícil volver a confiar en las personas, por tanto no hagamos a otros lo que
no nos gusta que nos hagan. La Biblia dice: “Así que, todas las cosas que
queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos” (Mateo 7:12)
Decir la verdad a veces cuesta trabajo; nos engañamos
llamando a las pequeñas mentiras “mentiras piadosas”, obviamente ésta se tiene
que sostener con otra mentira y así nos llevará a otra más. Otra falsedad es
mostrar o aparentar lo que realmente no somos y por eso se ha escuchado la
frase: “no era como yo pensaba” lo que lleva a vivir muchas desilusiones.
La sinceridad es un valor que debemos cultivar para ser
dignos de confianza, y que debe caracterizarnos como creyentes, siendo
coherentes en lo que pensamos, hablamos y actuamos. Esta norma se debe
convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y
circunstancia; recordemos que Dios ama la verdad en lo íntimo. Dios busca
nuestra sinceridad, que reconozcamos lo que somos, Él puede sanar un corazón
sin importar lo enfermo y pecaminoso que esté, restaurándonos, dándonos de su
gracia, su perdón y su amor.
Hermano, “acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los
cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22) Oración.
"Amado Dios, me propongo con firmeza delante de ti,
desechar toda mentira y en tu presencia impregnarme de la virtud de la
sinceridad. Quiero tener un corazón recto y veraz, pues nada hay oculto a tus
ojos, por tanto, caminaré en rectitud y verdad. Mis actitudes las someto a la
prueba de la verdad, seré sincero contigo, conmigo mismo y con todos los demás.
Te amo Señor. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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