Los regalos de Dios
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey
Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el
rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente,
y venimos a adorarle.”; “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 2:1-2,11
Al leer sobre los sabios de oriente, quienes evidentemente
fueron movidos por la voluntad Divina para ir en busca del Salvador de la
humanidad, meditaba del porqué habían sido enviados y porqué llevaban aquellos
presentes: oro, incienso y mirra. Entonces Dios me llevaba a darme cuenta que
al igual que José y María, quienes fueron tomados por sorpresa con aquella
visita que era enviada por Él, nosotros los creyentes, también somos muchas
veces sorprendidos con enviados de Dios que están siendo guiados por la
voluntad Divina para entregarnos grandes tesoros como a hijos de Dios.
Por ejemplo, pensemos cuán afortunados hemos sido al haber
tenido a alguien que nos entregara ese tesoro que es la Palabra de Dios,
alguien que guiado por Dios nos enseñara esas verdades contenidas en la Biblia,
que son las que generan fe, que como dice 1 Pedro 1:7 es mucho más preciosa que
el oro; también podemos traer a memoria a aquellas personas que con su ejemplo
nos enseñan a orar apoyándonos en el Espíritu Santo para que Él transforme
nuestra oración y la lleve al Padre como olor fragante, como incienso agradable
a Dios como dice el Salmo 141:1-2 y Romanos 8:26; o recordemos a aquellos
predicadores que al compartirnos acerca de la obra de Cristo nos llevan al
evangelio para que el Espíritu Santo nos revele el valor y la trascendencia de
la muerte y resurrección de Cristo para que podamos entender que como aquel
regalo de la mirra a nosotros se nos da el regalo de tener la revelación de que
Jesucristo es Dios, el Salvador, como dice Romanos 1:16 y 1 Corintios 2:10.
Hermanos estemos agradecidos con Dios, pues con nosotros los
creyentes, sus hijos, hace lo mismo que hizo con su Hijo Jesús, envía personas
que traen a nuestras vidas esos tesoros para ayudarnos a crecer en nuestra
formación espiritual. Oración.
«Padre Dios, gracias por aquellas personas que has enviado a
mi vida con esos grandes tesoros que hoy me permiten ser más como tú, gracias
por tu Palabra que produce fe en mí, gracias por la oración que me permite
tener comunión en el Espíritu contigo y gracias por la predicación por medio de
la cual me has revelado la obra de tu Hijo en la cruz, te pido, bendice a cada
persona que lleva estos regalos de parte tuya y permíteme ser uno de ellos.
Amén.
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