Jesús nos da a conocer al Padre
“Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en
los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra.” Lucas 11:2
Éstas palabras las manifiesta Jesús cuando uno de sus
discípulos, al verlo orar constantemente, le pide que también les enseñe a
ellos a hacerlo correctamente. Cuando leía éste pasaje, lo que llamaba mi
atención es que el Señor en medio de su oración, nos presenta a Dios como
Padre, pues vemos que aclara que no sólo Él puede llamarle de esta manera sino
también todos nosotros los que hemos creído en Jesucristo, pues recordemos que
la palabra de Dios nos dice que por medio de Cristo es que todos nosotros hemos
sido adoptados como hijos de Dios (Juan 1:12 y Efesios 1:5;). Con estas
palabras: “Padre nuestro” el Señor Jesús nos acerca más al Padre pues ¿quién no
se siente en confianza al entrar en la presencia de Dios sabiendo ésto?
El conocer a Dios como Padre debe generar en nosotros confianza,
mucha más de la que quizás llegaremos a experimentar con nuestros padres
terrenales, pues si bien es cierto que el conocer el carácter de nuestros
padres biológicos nos hace saber qué tanta confianza podríamos llegar a
depositar en ellos, el conocer el carácter del Padre nos hace estar seguros de
que en Él se puede (sin duda alguna) confiar, pues su carácter es inmutable.
Por ello el libro de Mateo 7:11 nos menciona que si nuestros padres siendo
malos, saben darnos buenas dádivas, ¿cuánto más nuestro Padre que está en los
cielos nos dará buenas cosas a los que se las pidamos?
Qué hermoso es saber que nuestro Padre Celestial, así como
estaba atento al clamor de Jesús, está atento al nuestro, cuán bello es
entender que así como siempre escuchaba a Jesús (Juan 11:42a) nos escucha a
nosotros (2 Crónicas 7:15).
Hoy a través de este devocional el Padre nos recuerda que,
así como tenía una cita con Jesús todos los días ahora la tiene con nosotros,
tan solo está esperando a que sigamos el ejemplo de nuestro Señor y acudamos
siempre a Su llamado. Oración.
«Padre, qué hermoso es saber que puedo llamarte de esta
manera, y esto lo puedo hacer no porque lo merezca sino por la obra preciosa de
tu Hijo Jesucristo en la cual he creído ¡Qué privilegiado me siento al conocer
que soy tu hijo!
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