Dios guarda mi corazón y mis pensamientos. Parte 2
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7
“Orad sin cesar.” 1 Tesalonicenses 5:17
En el devocional de ayer miramos cómo la palabra de Dios nos
muestra que antes de que suceda esto de que: “la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guarde nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo
Jesús”, primero, nosotros los creyentes, debemos hacer algo en particular:
Orar, pues para poder experimentar de manera real esta protección de Dios,
tanto en nuestros pensamientos como en nuestro corazón, por medio de la
oración, necesitamos habernos despojado de nuestras ansiedades y demás para a
cambio, aferrarnos y apropiarnos de las promesas que Dios tiene para nosotros y
que generan su paz.
Por medio de la oración, nosotros los creyentes le pedimos
constantemente a Dios que siga guardando nuestros pensamientos y corazones,
pero también debemos ser conscientes de que de nada serviría si le pidiéramos
esto, y una vez Dios nos diera una instrucción de precaución, nosotros no la
obedeciéramos. Veamos esto más claramente en el ejemplo que tocamos ayer de un
guarda en un conjunto residencial o establecimiento comercial. Imagina, ¿qué
pasaría si en estos lugares tuvieran el mejor equipo de vigilancia, pero sus
habitantes no siguieran las recomendaciones del guarda? Sería muy peligroso
para quienes habitan dichos lugares, pues al no ser cuidadosos con las
advertencias del equipo de seguridad, se verían expuestos a que pudieran ser
víctimas de robos o infiltraciones por parte de gente no deseada. Lo mismo
sucede en nuestra área espiritual, si tenemos al mejor Guarda, a quien mejor
nos protege y no seguimos sus recomendaciones estaremos siendo presas fáciles
para que el enemigo logre su cometido: robar, matar y destruir nuestra vida
(Juan 10:10)
Hermanos, la conclusión de todo esto es que si deseamos
experimentar de manera real el hecho de que Dios guarde, cuide y proteja
nuestros pensamientos y corazones en Cristo Jesús, necesitamos ser
intencionales y constantes en la oración, pues sólo a través de ella es que
podremos vivir (de manera diaria) lo que la Palabra nos revela, pues
recordemos: a medida que creemos en lo que la palabra de Dios nos dice, es el
Espíritu Santo quien nos lleva a experimentarlo de manera real, y para que esto
suceda, necesitamos orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). Oración.
«Padre Dios, ayúdame por medio de tu Santo Espíritu a orar
sin cesar, sabiendo que en todo momento necesito contar contigo, despojándome
de mis angustias y siguiendo tus instrucciones, creyendo lo que tú me dices,
para que tu paz guarde mis pensamientos y mi corazón en Cristo Jesus, amén.
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