Orar unos por otros
“orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos;” Efesios 6:18
Como
soldados del ejército de Dios y militantes de la guerra espiritual, son muchas
las maneras que el enemigo busca para atacarnos, por eso la Palabra en Efesios
6:11-17 habla de la armadura que nos ha provisto Dios, la cual cubre desde
nuestra cabeza hasta nuestros pies; se nos habla de ponernos el casco de la
salvación, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad, tomar el escudo de
la fe, calzar nuestros pies con el evangelio de la paz y tener la Espada del
Espíritu que es la Palabra de Dios. Sin embargo, si continuamos leyendo el
pasaje, nos encontramos con otro elemento altamente poderoso, que no es
representado de manera física, pero que es tan determinante en nuestra vida
como en nuestras batallas, y este es, la oración.
En
Efesios 6:18, se nos dice que nos mantengamos en oración, y no solamente por
nosotros mismos, sino que dice que velemos, que estemos atentos, perseverantes
y diligentes en la oración y súplica por nuestros hermanos. Y esto tiene su
fundamento en que la Palabra de Dios nos enseña que como creyentes hacemos
parte del mismo cuerpo, el cuerpo de Cristo, donde cada uno es un miembro con
una función diferente, pero totalmente dependiente y complementaria de la
función o actividad del otro. (1 Corintios 12:12,27, Efesios 4:16). De aquí la
importancia de que nos preocupemos, y mejor aún, que nos ocupemos del bienestar
espiritual de nuestro hermano y hermana en la fe.
Además,
debemos también tener presente que una guerra no se gana peleando de manera
individual, sino que ciertamente nos mantenemos protegidos y en victoria cuando
batallamos unidos en el Espíritu. Por lo que, como nos invita el versículo de
hoy, seamos diligentes y perseverantes en mantener primeramente nuestra
comunión con el Espíritu Santo para que, en su poder, dirección y ayuda oremos
constantemente unos por otros. Oración.
«Papá
Dios, gracias te doy por mis hermanos en Cristo, mi familia espiritual; Gracias
porque unánimes juntos nos edificas, nos permites crecer en Cristo y ser
perfeccionados para tu obra. Que por tu Santo Espíritu nos mantengas firmes,
unidos y constantes en el amor y en nuestra vocación, por Jesucristo, Señor
nuestro, amén.
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