Amar a nuestro prójimo
“Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que
también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos con los otros.” Juan 13:34-35
“Mas el
fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,”
Gálatas 5:22
El amor, la
primera virtud del fruto del Espíritu Santo, es sin duda una de las principales
características del carácter de Cristo, y mayor aún, es uno de los más grandes
atributos de Dios, pues dice la Palabra en 1 Juan 4:8 que Dios es amor. Pero lo
sorprendente y que nos podría parecer algo increíble, es que dice la Palabra en
Romanos 5:5b que el Señor ha derramado (significando esto que ha sido de manera
generosa y abundante) su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo.
Siendo esta una declaración contundente para llevarnos a entender que nos es
posible amar a Dios y a nuestro prójimo como el Señor nos ha amado, pues
finalmente en nuestro corazón tenemos la fuente de su amor.
Ahora bien,
para amar como Dios a nosotros nos ha amado, es necesario que conozcamos y
tengamos clara la esencia de este amor; y dice la Palabra en Efesios 5:2 “Y
andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” Y referente al amor de
Dios Padre, en 1 Juan 4:9 dice “En esto se mostró el amor de Dios para con
nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por
él.”
Sin duda, ha
sido un amor sacrificial, incondicional, de hechos y en verdad; finalmente un
amor que nos lo describe más detalladamente la Escritura en 1 Corintios 13:4-7
cuando dice “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor
no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no
se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” Y
efectivamente, es este el amor que Dios quiere que por medio de su Espíritu
manifestemos a nuestro prójimo. Oración.
«Padre
Celestial y Santo, muchas gracias te doy por el amor con que me has amado.
Gracias primeramente por permitirme conocerlo y experimentarlo. Pero también en
fe te doy gracias por permitirme ser ese reflejo o transmisor de tu inagotable
amor para con mi prójimo, gracias porque eres Tú a través de mí por medio de tu
Espíritu Santo, amén.
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