Amar a
nuestro enemigo
“Pero yo os
digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” Mateo
5:44
Un enemigo
es la persona que directamente está en contra de lo que pensamos, creemos y
practicamos, es alguien contrario a nosotros. Y lo podemos notar porque fácil y
continuamente nos critica, ataca o rechaza. Ahora bien, como discípulos de
Cristo, nuestros enemigos son aquellos que se oponen a su cruz, su verdad y su
deidad. Sin embargo, a pesar de cualquier tipo de hostilidad que se nos
manifieste, lo que nos dice nuestro Señor, es que amemos a nuestros enemigos.
Sin duda, es
un hecho que a primera impresión nos puede parecer ilógico y hasta injusto,
pero que ciertamente es un acto que manifiesta la gloria de Dios. Pues solo
Dios, en su singularidad y santidad, puede dar gratuitamente a alguien, lo que
este no se merece; entonces, a su ofensor le da amor; Y esta es su gloria.
Gloria, que como dice la Escritura en 2 Corintios 3:18, al nosotros verla tan
claramente en nuestra vida, vamos siendo transformados por el Espíritu Santo,
en su misma imagen. La Escritura en Romanos 5:10 dice que cuando éramos
enemigos de Dios, Él envió a su único Hijo a que fuera crucificado y así
reconciliarnos con Él. Y ahora nosotros somos embajadores de esa
reconciliación, donde en el nombre de Jesucristo podemos amar a nuestros
enemigos y manifestarles así que Dios quiere que también ellos se reconcilien
con Él (2 Corintios 5:20). De modo, hermanos, que no se trata de méritos ni
lógicas, simplemente es dar en el poder del Espíritu Santo, gratuita e
incondicionalmente lo que asimismo hemos recibido, el amor inagotable de Dios. Oración.
«Padre Dios,
gracias porque cuando menos lo merecía, por medio de tu Hijo me manifestaste tu
amor; me abrazaste, me perdonaste y me cambiaste. Y ahora sé que de la misma
manera en que lo recibí, quieres que lo dé. Así que, gracias por mis enemigos y
por la oportunidad que me das de amarlos, así como Tú me has amado, por
Jesucristo mi Señor, amén.
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