Alcanza las
bendiciones de Dios
“Acontecerá que,
si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra
todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te
exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas
bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” Deuteronomio
28:1-2
Observamos
en la cita bíblica de hoy, un panorama atractivo, pero a la vez complejo para
el ser humano, puesto que el Señor dice que, si oímos atentamente su voz para
guardar y obedecer todos sus mandamientos, entonces vendrán sobre nosotros sus
bendiciones, bendiciones que, a su vez, abarcan todas las áreas de nuestra vida
(Deuteronomio 28:3-14). Sin embargo, al evaluar nuestro comportamiento u
obediencia hacia la ley del Señor, nos damos cuenta de que en una u otra cosa
continuamente fallamos, y siendo conscientes de lo que la Escritura expone en
Santiago 2:10 al decir que cualquiera que guarde toda la ley, pero que falle en
un punto, ya es culpable de todos, ciertamente quedamos sin la posibilidad de
llegar a ser bendecidos por nuestras obras o nuestra obediencia.
Pero,
¡gracias a Dios por Jesucristo!, porque por su obediencia ha establecido como
justo, santo o perfecto a cada pecador que en Él cree (Romanos 5:19, 5:1). Y
más allá de esto, nos ha concedido el derecho de ser hechos hijos de Dios (Juan
1:12), y como dice la Escritura en Romanos 8: 17a, “Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo,” por lo que ahora
nuestra esperanza de bendición, no está limitada a la excelencia de nuestra
obediencia, sino mejor a la gracia y al amor de Dios para con nosotros en
Cristo Jesús (Romanos 8:32).
Ahora bien,
esto no quiere decir que no estemos llamados a obedecer a Dios, puesto que, si
hemos sido rescatados o redimidos de la esclavitud del pecado a la libertad de
Cristo, no es posible que volvamos a estar en esclavitud (Romanos 6:1-2). Por
lo que, el mandato es para que ahora, por medio del Espíritu Santo que nos ha
sido dado desde que creímos en Cristo como Señor y Salvador, seamos guiados y
ayudados por Él para que permanezcamos en el amor de Dios, llevando fruto para
su gloria (Juan 15:10, Romanos 6:22).
Oración.
«Bendito Rey
de misericordia y Padre de gloria, te damos muchísimas gracias por el favor
inmerecido que hemos recibido de la justificación, gracias porque nos has hecho
justos, dignos y santos delante de ti por la fe en nuestro Señor y Salvador
Jesucristo. Toda gloria y honra sean para ti hoy y siempre, amén.
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