Queremos estar cada día en tu presencia
«Viendo la
multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y
abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados
los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados
los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados
los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos.
Bienaventurados
sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal
contra vosotros, mintiendo
Gozaos y
alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.» Mateo 5:1-12.
Jesús
siempre apartó tiempo para orar y buscar el rostro de su Padre, para saber qué
decisiones tomar en su ministerio terrenal. Nosotros debemos aprender lo mismo;
antes de iniciar nuestras actividades, necesitamos entrar en la presencia de
nuestro Dios y aquietar nuestra mente y corazón.
Dice que
estando entre la multitud «vinieron a Él sus discípulos y Él empezó a
enseñarles». Un seguidor es simplemente un espectador de lo que Dios hace, pero
un verdadero discípulo es el que sube al monte, escucha lo que Jesús dice y
actúa como un ciudadano del reino de los cielos, intentando, en el poder del
Espíritu, acercar este reino a los perdidos.
No podemos
ser bienaventurados (felices) en este mundo, a menos que busquemos a Cristo y
permitamos que su palabra gobierne nuestra vida. En el monte, Él le enseñó a
sus discípulos cuál era el bien que debían buscar, el mal que debían aborrecer
y qué debía abundar en su corazón. Si queremos vivir para Dios, debemos estar
dispuestos a pagar el precio de ir en contra de la corriente de este mundo;
debemos estar dispuestos a dar, cuando todos quitan; amar cuando todos odian;
ayudar cuando todos abusan; implica seguir a Jesús a cualquier costo. Oración.
«Señor,
enséñame a ir siempre a tu presencia, al monte, para buscar el reposo y la
serenidad que necesito para tomar decisiones correctas en mi diario caminar.
Quiero experimentar la dicha de ser bienaventurado. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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