Misericordia
gratuita para todos
«A todos los
sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y
comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis
el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme
atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con
vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di
por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí,
llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti,
por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a
Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano», Isaías
55:1-6.
Desde el
momento que recibimos a Cristo en nuestro corazón todo es beneficio. La única
condición que Dios nos coloca es que le busquemos con sinceridad. Él quiere
saciar nuestra sed espiritual, quiere transformar nuestras vidas y darles
propósito. Este pasaje es un llamado universal a los gentiles, «sedientos», o
sea aquellos con una gran necesidad espiritual qué calmar, ofrece las bendiciones
espirituales del evangelio, nos anima a buscar nuestras fuerzas y vida en Dios,
que es la fuente de «agua viva». «Venid a las aguas» aparece en plural, lo que
indica que todo lo que da, lo da en abundancia, «sin dinero» ya que Él pagó el
precio con el que fuimos comprados, la sangre preciosa de Jesús.
El alimento
físico hay que pagarlo y dura poco, solo llena las necesidades físicas, pero
Dios nos ofrece un alimento gratis que suplirá todas las necesidades de nuestra
alma y espíritu, la pregunta es ¿cómo obtenerlo? La respuesta es ir, clamar y
buscar a Dios mientras pueda ser hallado.
Dios hizo un
pacto eterno con el rey David «las misericordias firmes a David», que nos
alcanza a nosotros y nos pone como testigos a las naciones, jefes y maestros de
muchos. Mateo 28:19-20 dice «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Necesitamos ser
hombres y mujeres de valor que nos esforcemos y atendamos el llamado a
evangelizar este mundo. ¿Cuántos estamos obedeciendo a su llamado? Oración.
«Señor,
gracias por el alimento espiritual que nos das a diario con tu Palabra, permite
que nos aleje de las influencias del mundo, gracias porque la vida abundante
que nos ofreces no tiene precio, gracias por tu lealtad divina al pacto eterno
que has hecho con nosotros a través de Jesucristo. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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