Mi poeta
“Toda tú
eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha”, Cantares 4:7.
“Yo soy de
mi amado, y conmigo tiene su contentamiento”, Cantares 7:10.
El libro El cantar
de los Cantares, como lo habíamos dicho en el devocional previo, es un poema
sublime al amor verdadero entre un esposo (un pastorcillo) y su esposa (la
sulamita). Esta historia de amor se ve empañada por un tercer personaje: el rey
Salomón, que trata a toda costa de conquistar el corazón de ella y la lleva
cautiva a sus palacios, separándola de su amado y prometiéndole riquezas, fama
y poder. Esta mujer que tiene muy claro que el pastorcillo es “al que ama su
alma” (Cantares 3: 1-3), no se deja seducir por los deseos de la carne, ni de
los ojos, ni por la vanagloria de la vida que le ofrece el rey, sino que
permanece firme esperando y deseando su reencuentro con el hombre que le había
robado su corazón para siempre y con quien había comprendido y experimentado
las delicias del amor verdadero: un amor que todo lo espera, que todo lo puede
y que todo lo soporta.
Jesucristo
es ese pastorcillo que robó nuestro corazón y nos demostró que estaba dispuesto
a todo por nosotros, nos dio nada menos que su vida. Su muerte en la cruz
redimió (pagó) nuestros pecados pasados, presentes y futuros y su resurrección
nos dio una nueva naturaleza donde a pesar que nos seguimos equivocando porque
somos humanos, nos duele el pecado y por eso nos arrepentimos y volvemos a Dios
cuantas veces sea necesario.
El rey
Salomón que representa el sistema de valores de este mundo, tratará a toda
costa de robar nuestra alma y corazón, por eso ceder NO es una opción, como no
lo fue para la sulamita.
Nuestro
prometido: JESUCRISTO, el amado de nuestra alma, viene pronto por nosotros,
preparémonos para su venida. Que nuestra vida sea un poema de amor para Él. Oración.
«Señor
Jesús, tus palabras son siempre como un poema a mi alma, me levantas, me
perdonas, me limpias. Y aunque no merezco ni una sola gota de tu amor lo recibo
y te pido que me ayudes a corresponderte, deseo que mi vida sea un cántico de
alabanza a tu nombre y motivo de tu contentamiento. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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