Despierta mi corazón
“Abrí yo a
mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió
mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió”. Cantares 5:6.
Siguiendo
con la serie de devocionales basados en el libro Cantar de los Cantares de
Salomón nos encontramos con estos versículos del capítulo 5. Al parecer la
sulamita (una esposa enamorada), que se encontraba prisionera por el rey
Salomón y lejos de su gran amor (un humilde pastorcillo), tiene un sueño
perturbador: poco después de la boda el pastorcillo viene a buscarla con
desesperación, pero ella no se levanta a abrirle, las razones para no hacerlo
son en extremo triviales «Me he desnudado de mi ropa […] me he lavado los pies»
(Vs 3), su esposo continúa con insistencia llamando a la puerta, pero cuando
ella se anima a abrirla ya es demasiado tarde «su amado se había ido».
Suele
suceder que después del primer amor por Jesucristo y su evangelio, nos
adormecemos y sin ninguna razón menguamos en nuestra tarea de cultivar nuestra
relación de amor y de amistad con Él. Nos pasa como a la sulamita, no le
abrimos la puerta a nuestro amado aún cuando lo escuchamos golpear con
desesperación.
Afortunadamente
para la sulamita y para nosotros esta historia tiene un final feliz, la
sulamita se despierta del sueño y ahora con un deseo mayor que el primero lucha
por su amor ausente; el rey Salomón no tiene más opción que dejarla ir a
encontrarse con el pastorcillo. El Espíritu Santo es el único que nos puede
despertar el corazón del adormecimiento espiritual en que a veces nos sumimos,
Él no solamente puede, sino, que anhela hacerlo, la promesa es esta: “Pedid, y
se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, Mateo 7,
7-8.
Jesucristo,
el que ama nuestra alma, no se irá jamás.
Oración.
«Señor
Jesucristo, en algunos momentos decido alejarme de tu dulce amor y seguir mis
propios caminos, no te encuentro porque no te busco, me distraigo de lo eterno
y me pierdo en lo superfluo. Por favor despierta mi corazón, despiértame del
sueño en el que me encuentro, sopla aliento de vida y lléname con tu Santo
Espíritu. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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