Reedificados en Cristo
“edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo” Efesios 2:20
“en quien
vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu.” Efesios 2:22
Cuando
nosotros recibimos al Señor Jesús en nuestro corazón, dice su Palabra, que todo
el que ahora está en Él es una nueva criatura, lo viejo pasó y todo es hecho
nuevo (2 Corintios 5:17). Esto implica que, a partir de ese momento, Dios
inicia en nosotros un proceso de sobre edificación o reconstrucción, donde tendrá
que derribar, quitar y cambiar muchas cosas, puesto que lo que hasta ahora
nosotros habíamos construido en nuestra vida no estaba fundado sobre Cristo,
quien es nuestra base estable, nuestra roca.
Aquello que
definitivamente Dios tendrá que quitar, es todo lo que Él no plantó, esas cosas
que no están de acuerdo con su voluntad y que quizá por ignorancia las
sembraron nuestros padres, familiares, maestros, amigos y en general todo el
sistema de este mundo. Nuestro Padre derribará pensamientos, hábitos, actitudes,
costumbres y cosas que quizá nos acompañan desde nuestra niñez, pero que
desafortunadamente dañan nuestra vida espiritual. Y también es fundamental que
el Señor cambie a algunas personas o lugares que nos rodean, quizá el trabajo,
la ciudad, el oficio y todo ambiente que no permite que en nosotros se produzca
buen fruto. Pero, para que esto suceda, es necesario que en nosotros haya buena
disposición y el deseo ferviente de que el Señor cambie nuestro corazón.
Es cierto y
normal que este proceso nos produzca temor, porque es doloroso y complejo, pero
debemos tener la plena certeza de que será para nuestra bendición, porque
seremos como pámpanos limpios que, arraigados en nuestra vid, Jesucristo,
llevaremos mucho fruto para Dios (Juan 15:2).
Oración.
«Padre, por
tu gracia en Cristo, has hecho de mí una nueva persona, que quieres que viva de
acuerdo con lo que tú dices y eres; para esto sé que es necesario que muchas
cosas de mí sean quitadas, desarraigadas, derrumbadas y cambiadas. Así que,
como el Dios bondadoso y misericordioso que eres, te pido que lo hagas, que me
tomes en tus manos y me reedifiques conforme a tu verdad y voluntad, en Cristo
Jesús, Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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