Escuchando y predicando con diligencia
Señor,
cuántas veces me he preocupado y afanado por cosas pasajeras que no tienen
mucha importancia, descuidando aquello que realmente es importante; pido que
perdones mi falta de sensatez y que me ayudes a cada día entender que, si te
pongo en primer lugar a ti, tú te encargas de ayudarme en todo lo demás.
Gracias por tu Palabra y por las personas que has dispuesto para que la
prediquen. En Cristo Jesús, Amén.
¿Será que en
este tiempo sucede lo mismo que en la época de Jesús?, cada vez que escuchamos
que en la iglesia hay predicación de la Palabra ¿acudimos de inmediato?
Los
versículos de hoy nos relatan que el Señor Jesús había entrado a su ciudad y
una vez que la gente escuchó la noticia, la casa donde Él se encontraba
predicando la Palabra se llenó completamente, de tal manera que ni por la
puerta se podía entrar.
La
predicación del evangelio de Jesucristo es el medio que Dios escogió para la
salvación de los creyentes (1 Corintios 1:21) y nosotros, teniendo tantas personas
a nuestro lado que necesitan de esta palabra de vida, no nos afanamos por
aprenderla con diligencia y excelencia para estar preparados y predicarla en
cualquier momento. Recordemos que Dios nos ha dado el ministerio de la
reconciliación, así que es nuestra misión predicar en todo tiempo como si Dios
rogara por medio de nosotros a cada incrédulo: “reconcíliate con Dios”, como
dice 2 Corintios 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si
Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.”
El llamado
de Dios hoy, para nosotros, es que seamos diligentes y no perezosos en aquello
que requiere diligencia; que no nos suceda lo que le pasó a Marta, la cual por
estar preocupada por las muchas cosas que había que hacer, descuidó la mejor
parte, lo más importante, escuchar la predicación de Jesús. Debemos cada día
disponernos voluntariamente y con alegría a aprender la Palabra de Dios para
estar capacitados y luego poder predicarla; podemos tener muchas actividades
por hacer, pero, como dijo nuestro Señor, solo una es necesaria. Oración.
«Señor,
cuántas veces me he preocupado y afanado por cosas pasajeras que no tienen
mucha importancia, descuidando aquello que realmente es importante; pido que
perdones mi falta de sensatez y que me ayudes a cada día entender que, si te
pongo en primer lugar a ti, tú te encargas de ayudarme en todo lo demás.
Gracias por tu Palabra y por las personas que has dispuesto para que la
prediquen. En Cristo Jesús, Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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