Amor al
dinero
“Jesús le
dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres,
y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se
fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de
los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” Mateo 19:21-24
El amor al
dinero es un sentimiento de confianza desbordado por las posesiones materiales,
que imposibilita a una persona para servir verdaderamente a Dios, puesto que
confían más en ellas que en Dios. Y esto es lo que le sucedió al joven rico
cuando el Señor le pidió vender todo lo que tenía, darlo a los pobres y
seguirlo a Él; su reacción inmediata fue entristecerse y no creer o confiar en
lo que Jesús le decía. Es sorprendente ver la increíble y maravillosa promesa
del Señor para él, pues le dijo “Tendrás tesoro en el cielo”, pero el amor de
este joven por sus riquezas le imposibilitó servir a Dios y entender aquello
tan grande que el Señor le estaba prometiendo.
Lo mismo
sucede hoy en día, la vanagloria de tener riquezas y el amor a ellas no nos
permite servir a Dios a través de estas, puesto que nos impide tres cosas:
En primer
lugar, amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente, como lo dice su gran
mandamiento en Mateo 22:37-38.
Segundo,
reconocerlo como nuestro Dios proveedor, ya que de Él son y provienen las
riquezas, la gloria, la fuerza y el poder (1 Crónicas 29:12).
Tercero, dar
con generosidad y alegría, porque para esto el Señor nos ha enriquecido (2
Corintios 9:11).
Por esto es
que el Señor nos quiere recordar su exhortación con respecto a este tema, dice
su Palabra en 1 Timoteo 6:17 “A los ricos de este siglo manda que no sean
altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino
en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Oración.
«Padre, que
la abundancia de tus bendiciones no produzca en mí vanagloria, altivez y amor a
ellas; te pido por la gracia de Jesucristo que guardes mi corazón y me permitas
en todo tiempo reconocerte como mi Dios proveedor, que me enriquece en todo
para disfrutar y compartir. Gracias Señor por tu amor y generosidad, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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