Exclusividad
“Bebe el
agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus
fuentes por las calles, y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti
solo, y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial, y alégrate con
la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te
satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.” Proverbios 5:15–19
“Honroso sea
en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios.” Hebreos 13:4
Dios creó el
sexo para ser un beneficio exclusivo del matrimonio, una bendición, no solo
para procrear sino para nuestro placer, como nos lo enseña el libro de Cantar
de los Cantares en la sagrada Biblia (Génesis 2:24, Cantares 4:5-8 ).
El sexo en
el matrimonio es una bendición de Dios y es un acto de entrega mutua, por esto
enseña la Palabra “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el
marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la
mujer” (1 Corintios 7:4). Entregamos nuestro cuerpo a la otra persona, pero
también nuestra alma, pues los sentimientos, la voluntad y pensamientos no los
podemos dejar fuera del cuerpo.
Por esto, la
fornicación es un pecado que daña en lo más profundo del interior de una
persona, pues lleva nuestros pensamientos a la confusión, las emociones al
descontrol y daña nuestros sentimientos, terminando nuestra voluntad sometida
por un deseo pasajero. Al final, el amor se daña en una pareja que se deja
arrastrar por esta práctica tan común hoy en día, porque el verdadero amor no
busca su propio bien sino el bien del otro, evitando hacer algo indebido (Oseas
4:11, Gálatas 5:19-20, 1 Corintios 13:5).
Beber el
agua de tu propia fuente significa guardarse para la persona que Dios tiene
para cada uno de nosotros, de manera exclusiva, en un matrimonio de un hombre
con una mujer, y así disfrutar del placer sexual como un regalo del amor de
Dios, que lo llena todo, en todos. Oración.
«Señor,
quién como tú que nos provees para todas las cosas; primeramente, en lo
espiritual nos diste a tu Espíritu para que habite en nosotros y darnos el
dominio propio, así como la capacidad y el amor para disfrutar de tus
bendiciones. En el nombre de Jesús, Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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