¿Qué o quién ocupa el trono de tu corazón?
“Haced
morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;” Colosenses 3:5
Hemos
pensado por mucho tiempo, que la idolatría es solo hacer imágenes y adorarlas,
pero si le prestamos atención al pasaje de hoy, vemos cómo a diferentes obras
pecaminosas también se les llama idolatría, entre ellas está la avaricia, y nos
preguntaremos ¿por qué?
Para
iniciar, recordemos el primer mandamiento; dice Éxodo 20:3 “No tendrás dioses
ajenos delante de mí.”
Sucede que
un ídolo es un falso dios, o algo o alguien, diferente de Dios, al cual se le
puede adorar de diferentes maneras, entre ellas está rendirle culto, o
simplemente hacer que eso ocupe el centro de nuestro corazón, es decir, vivir
para eso y quitarle el primer lugar a Dios.
Entonces,
cuando decimos que la avaricia es idolatría, es porque nuestra vida gira en
torno a solo conseguir dinero, sacrificamos el tiempo en la iglesia, con
nuestra familia e incluso el tiempo de descanso, por estar, en todo momento,
pensando en obtener más y más dinero.
Lo mismo
sucede con la fornicación o las pasiones desordenadas, cuando a toda hora
pensamos en querer tener placer sexual es porque hemos puesto un ídolo de
lujuria en el trono de nuestro corazón.
Solo basta
con que miremos nuestro corazón y descubramos cuál es su inclinación, quizás
encontremos que su propósito sea querer tener las medidas exactas de belleza,
comprar a cualquier precio la mejor marca de ropa, consumir películas, series o
novelas sin medir el tiempo, escuchar música que solo incita a pasiones
desordenadas. Todo esto es idolatría. También puede suceder que convirtamos
algo bueno en un ídolo, ¿cuántos de nosotros vivimos o hacemos las cosas con el
objetivo de complacer a un hijo, un esposo o una novia, antes que a Dios?
¿Cuántos incluso hacemos de nuestro trabajo, ministerio o un talento, la
prioridad de nuestra vida?; somos conscientes que Dios nos lo ha dado, pero
terminamos dando el trono de nuestro corazón a la bendición, y no a Dios que
nos ha dado la bendición.
Por lo
general, nuestra intención con estos ídolos es encontrar satisfacción,
plenitud, felicidad, sentirnos realizados, pero al final vemos cómo nada de
esto puede llenar completamente nuestro corazón y terminamos por volvernos
esclavos de aquello que pensamos que dominamos o simplemente que es un buen
propósito.
Todo lo que
compita con Dios por tener el trono de nuestro corazón es idolatría.
El único que
lo llena todo, en todos, es el Hijo de Dios, Jesucristo nuestro salvador, por
lo tanto, es quien debe ocupar el primer lugar en todo (Colosenses 3:11,
Colosenses 1:18). Oración.
«Señor,
perdóname si he hecho de tu bendición un ídolo en mi vida, quiero que quites de
mi corazón todo aquello que te quita el primer lugar, límpiame de todo acto que
haya en mí de idolatría. Te pido que seas tú ocupando el trono de mi corazón y
permitiéndome darte el primer lugar en todo, pues solo tú me das verdadera
plenitud. Te alabo y te bendigo a ti que eres el único digno de toda honra,
honor y alabanza, por los siglos de los siglos. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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