Jesús camina
con nosotros
Oración.
«Amado
Jesús, que nuestros problemas y desalientos no nos hagan dudar de que tú
caminas a nuestro lado, que no tomemos la dirección equivocada alejándonos del
compañerismo de los hermanos en la fe y separándonos de ti, que eres la
fortaleza en medio de las preocupaciones y planes frustrados. Amén.»
“Sucedió que
mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con
ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.” Lucas
24:15-16
“Entonces él
les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y
que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los
profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a
la aldea donde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a
quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha
declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado
con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces
les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su
vista.” Lucas 24:25-31
El evangelio
siempre comunica la imagen de un Jesús real, al lado de sus discípulos,
independientemente de lo que son. Pero, el velo que dice el Vs. 16 «Mas los
ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen», fue por la
incredulidad que viene de tener una imagen de Cristo en la sepultura, un vago
recuerdo de Jesús, en la mente de esos dos discípulos que no vieron las marcas
de la cruz, ni en sus manos, ni en sus pies.
La
incredulidad puede llevarnos a no tener interés por lo que sucede a nuestro alrededor.
Para estos discípulos del camino de Emaús, Jesucristo no había llenado sus
expectativas y aspiraciones, no creyeron en su resurrección.
Sin querer,
podemos desarrollar un velo en nuestros ojos y no ver a Jesús resucitado,
caminando a nuestro lado. Imagínese cómo se sintió Jesús, cuando esos dos
discípulos lo trataron de forastero y empezaron a hablar en pasado, Vs.19-20 »
Entonces él les dijo: ¿Qué cosa? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón profeta, poderoso en obras y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes,
a sentencia de muerte y le crucificaron». Es perder la esperanza, es decir «se
acabó», ya no lo esperan. Sin embargo, el Señor actúa como maestro y les da la
lección completa, renueva su fe a través de la Escritura y luego, a través de
la señal de la Santa Cena, de la cual fueron testigos cuando Jesús iba a ser
entregado. La incredulidad se transformó en convicción y regresaron a
Jerusalén.
Aquellos que
queremos seguir a Cristo no podemos tener una visión estrecha y un horizonte
limitado de Jesús. La Palabra de Dios remueve el velo de la incredulidad en los
momentos de dificultad, es a ella a quien debemos acudir cuando nos encontremos
solos y desesperanzados por las situaciones de la vida y el reunirnos con otros
creyentes a compartir no sólo la Santa Cena, sino, reconocer a Jesús en medio
de ellos, nos dará la esperanza de que es posible experimentar el poder y la
ayuda que el Señor quiere darnos, nos hará recordar que el Cristo Vivo mora en
nuestros corazones y que no estamos solos.
Recordemos
que Él camina con nosotros, independientemente de las circunstancias. Oración.
«Amado
Jesús, que nuestros problemas y desalientos no nos hagan dudar de que tú
caminas a nuestro lado, que no tomemos la dirección equivocada alejándonos del
compañerismo de los hermanos en la fe y separándonos de ti, que eres la
fortaleza en medio de las preocupaciones y planes frustrados. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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