Mi vida
controlada por Cristo
“Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13
Existen en
nosotros diferentes vicios o malas costumbres que hemos practicado desde muy
temprana edad pero que no le agradan a Dios, ya que no están de acuerdo con su
voluntad; y son cosas que por más que tratemos de dejarlas o cambiarlas con nuestra
buena voluntad no lo logramos; nos resulta muy difícil hacerlo en nuestras
fuerzas, porque la tentación y la naturaleza pecaminosa siempre nos terminan
venciendo.
Precisamente
cuando recibimos al Señor Jesús en nuestra vida eso debe cambiar, pues ya no
estamos solos y ya no es en nuestras fuerzas, nuestra fortaleza es Cristo. Él,
ahora habita en nosotros a través del Espíritu Santo, para que ya no vivamos
según la carne, sino según el Espíritu (Romanos 8:9). Entonces, todo aquello
que en el pasado decíamos, no puedo dejarlo o no puedo vencerlo, ahora,
confiadamente creamos lo que nos dice el versículo de hoy “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece.”
Debemos ver
ahora nuestra vida como una vida de intercambio, donde como dice la escritura
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20). Ese viejo hombre con
todos sus vicios y pecados ya ha sido crucificado y ahora, en cambio, es Cristo
quien vive en nosotros.
Esta nueva
vida, debe sin duda, reflejar el carácter manso y humilde de Cristo en
nosotros; nuestro interés y propósito debe ser el mismo de nuestro Señor, es
decir, debemos mantenernos llenos del Espíritu Santo, compartiendo a otros de
Jesús, orando continuamente, meditando en la Palabra de Dios para aumentar la
fe y, sobre todo, obedeciendo. Si así lo hacemos, nuestro testimonio será que,
a cambio de las obras de la carne, reflejaremos el fruto del Espíritu Santo:
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza
(Gálatas 5:22-23). Oración.
«Padre, era
esclavo del pecado, pero Tú me has rescatado, me liberaste y me diste nueva
vida en Cristo; te pido que no me permitas retroceder a lo que me tenía atado y
en derrota. Gracias te doy por enviar a tu Santo Espíritu para guiarme y
ayudarme, permíteme ser sensible y obediente a su voz; quiero que te
glorifiques en mí para mostrar a los demás que eres fiel y real, en el nombre
de Jesús, Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.