Romanos.8.v29-30 La meta suprema de Dios en cuanto a nosotros
es hacernos semejantes a Cristo (1Jo_3:2). A medida que vamos siendo como El,
descubrimos lo que en realidad somos, las personas para lo cual fuimos creados.
¿Cómo podemos ser conformados a la imagen de Cristo? Leyendo y prestando
atención a la Palabra de Dios, estudiando su vida en la tierra a través de los
Evangelios, llenándonos con el Espíritu Santo y haciendo la obra de Dios en la
tierra.
8.29, 30 Algunos creen que estos versículos dicen que, antes
de la fundación del mundo, Dios determinó quiénes habrían de recibir la
salvación. Señalan pasajes como Eph_1:11, que dice: "Habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad". Otros dicen que Dios sabía quiénes responderían
positivamente, y sobre ellos puso su marca (predestinó). Lo que está claro es
que el propósito de Dios en cuanto al hombre no fue producto de un pensamiento
tardío, sino que se determinó antes de la fundación del mundo. La humanidad se
creó para servir y glorificar a Dios. Si usted aceptó a Cristo, regocíjese
porque Dios siempre lo ha conocido. Su amor es eterno. Su sabiduría y poder son
supremos. El le guiará y le protegerá hasta el día en que llegue a su
presencia.
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