El pacto matrimonial es algo muy importante para el Espíritu
de Dios, quien insta a los creyentes a buscar otro creyente como pareja para
así asegurar la santidad del matrimonio. El Señor también exige la fidelidad y
un trato justo en el seno del matrimonio. Dios repudia las actitudes
intransigentes y crueles que destruyen este sagrado pacto y dan lugar al
divorcio.
Obedece a Dios; contrae matrimonio solamente en el Señor y
ante el Señor. Sé amoroso y fiel con tu pareja. No consideres el divorcio como
una respuesta satisfactoria ante cualquier problema marital. Confía en Dios
para recobrar la esperanza en un matrimonio en el que no parece haber
esperanza. Permanece siempre dispuesto a aprender de nuevo lo que es el amor,
la comprensión y el perdón. Dios creó el
matrimonio como modelo de las relaciones que Él quiere establecer con su
pueblo. El marido debe honrar y comprender a la esposa, protegiéndola y
reconociendo que ella es coheredera junto a él ante Dios.
Esposo, sé amable y tierno con tu esposa. Hónrale como a tu
mejor amigo. Escúchala y pasa tiempo con ella. Quiérela y hazla sentir
sumamente importante. Reconoce que de no hacerlo impedirá tu vida de oración y
obstruirá sus respuestas
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