1Pedro 1:14-16
Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que
tenían antes, cuando vivían en la ignorancia. Más bien, sean ustedes santos en
todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito:
sean santos, porque yo soy santo.
Dios nos llamó a ser santos. No medio santos. No santos los
domingos. No santos entre hermanos. No. Santos. En todo lo que hagas busca
santidad en tu vida. ¡No te amoldes a tus deseos o actividades anteriores! Dice
Pedro. Obedece y se santo como Cristo. Él puso el parámetro. Él estableció la
barra para ser medidos. No tú. No yo. Él. Así que, no podemos seguir
seleccionando qué hacemos y qué no. No puedes obedecer en unas cosas y hacer tu
voluntad en otras. ¡Así no puso Cristo el ejemplo! ¿Lo puedes entender? Para
Dios no existe el corazón “muy entregado” y el “medio entregado”. Él nos
analiza y sabe con quién puede contar y con quién no. ¿Puede contar contigo?
Tal vez tienes tiempo pensando que Dios y tú pueden tener comunión a tu manera.
Tal vez has pensado que lo que haces es suficiente. Es posible que pienses que
no necesitas involucrarte más con el Señor. Por esta razón puse el ejemplo de
los exámenes en mi vida. La verdad es que no somos nosotros los que podemos
decidir si ya es suficiente o no. ¡Eso solamente lo mide Dios! Honestamente
nunca va a ser suficiente si vemos que la meta es Cristo quien se sacrificó y
entregó por completo por ti y por mí. ¿Cómo podemos pensar entonces que hemos
hecho suficiente para Dios? Hay gente que pone apodos a aquellos que deciden
obedecer en todo lo que hacen. Los señalan. Los critican. ¿Sabes? ¡Qué
bendición ser señalado y criticado por esas razones! Quiere decir que estamos
haciendo bien nuestro trabajo para el Señor.
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