Cuida tus palabras
“EL QUE GUARDA… SU LENGUA, SU VIDA GUARDA DE ANGUSTIAS”
(Proverbios 21:23)
Si no quieres que la gente recuerde algo, no hables de ello.
Si no quieres que se hable de ello más tarde, no siembres las semillas en sus
mentes. Nos ahorraríamos muchos argumentos y disminuirían las tensiones si
fuéramos sabios para callar a tiempo. Para saber qué decir, cuándo decirlo y a
quién decírselo, guíate por los siguientes versículos bíblicos:
“Las palabras del chismoso son como bocados suaves que
penetran hasta las entrañas” (Proverbios 18:8); “La lengua apacible es árbol de
vida…” (Proverbios 15:4). “El que guarda su boca y su lengua, su vida guarda de
angustias” (Proverbios 21:23).
Ten cuidado al confesar tus pecados a otros. Seguro que eres
sincero, pero cuando te sientes herido, vulnerable y con necesidad de apoyo,
podrás dar pie a asuntos que quedarán como interrogantes en la mente del
oyente, aun después de haber dado las explicaciones pertinentes.
No podrás impedir que la gente te dispare, pero no les des
munición. Hay veces cuando es apropiado hablar abiertamente de algo. Jesús dijo
que cuando alguien peca contra ti, tienes que hacer tres cosas:
Primero, vete y habla con la persona en privado. Si ese paso
no surte efecto, llévate a dos o tres personas maduras contigo. Y si este paso
tampoco da resultado, lleva el asunto al liderazgo de la iglesia (véase Mateo
18:15-17).
Si tú has pecado, pide a Dios que te perdone, y Él así lo
hará. Luego pon tus miras en el futuro y deja todo lo demás en manos de Dios,
porque te puede liberar y también defender. Pero si Él elige no hacer ninguna
de las dos cosas, usará la situación para tu propio crecimiento personal.
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