Pablo
conoció el amor y la gracia de Cristo
“Porque yo
soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol,
porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que
soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que
todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:9-10
“Y me ha
dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por
tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose
sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las
debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:9-10
El apóstol
Pablo inspirado por el Espíritu Santo, continuamente en sus cartas, impulsaba a
los creyentes a conocer en intimidad, por medio de la comunión con el Espíritu
de Dios, el amor de Cristo, ese amor que excede a todo conocimiento, para que
lograran conocer también en ese gran amor la gracia de Dios, y de esta manera
pudieran vivir en esa gracia.
Pablo pudo
experimentar el amor y la gracia de Dios de manera muy especial, pues él era un
perseguidor de cristianos, así que cuando Cristo resucitado vino a buscarlo y
se le apareció en el camino a Damasco, pudo comprobar en carne propia la
esencia y el poder de la gracia de Dios, pues el Señor no lo buscó por lo que
él era o por lo que él hubiera hecho, pues aquel Saulo de Tarso no merecía ser
tenido en cuenta por Jesucristo para ser llamado discípulo suyo, pero en
realidad ¿quién merecería tal honor?, la verdad ninguno, por eso es que podemos
decir que el apóstol pudo vivir en carne propia la esencia de la gracia de
Dios, pues la misma gracia de Dios: Jesucristo, fue quien se le presentó y
cambió su propósito y su destino para siempre como él mismo lo declara en 1
Corintios 15:9-10.
En nuestra
conversión inicia ese camino de gracia que debemos recorrer, por eso Pablo nos
enseña en 2 Corintios 12:9-10 que es en ese transcurrir de la vida, donde
podemos encontrar afrentas, necesidades, persecuciones, angustias y donde
muchas veces notaremos nuestra debilidad, donde precisamente veremos
manifestada la gracia de Dios, pues ahí aunque no lo merezcamos, Dios muestra
su amor, su misericordia y su poder para ayudarnos, limpiarnos, restaurarnos, y
para llenarnos con su Espíritu, para que así en humildad reconozcamos que lo
que somos y hacemos es solamente por su gracia y por su amor. Oración.
«Señor Jesús
enséñame a vivir en tu amor y tu gracia, que cada día pueda venir a ti con el
poder de tu Santo Espíritu servirte y a la vez afrontar los desafíos de la
vida. Amén.
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