Conocer el amor de Cristo me lleva a conocer mi identidad, que soy hijo amado
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre
conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” Juan 14:6-7
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a
él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a
él, porque le veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza
en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:1-3
Conocer el amor de Cristo es extraordinario porque este amor
nos lleva a conocer el amor del Padre y al conocer el amor del Padre podemos
entender que somos hijos amados, y el saber que somos amados como hijos, sana
nuestra alma y nos da identidad.
Jesús declara en el evangelio de Juan 14:6-7 que solo por Él
podemos llegar al Padre, es decir solamente podemos conocer al Padre y su gran
amor al depositar nuestra fe en Jesucristo, pues Jesús es la imagen visible del
Dios invisible, su propia sustancia, su esencia, Dios mismo, como lo dice
Colosenses 1:15 “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación.” Y como lo declara Juan 10:30 “Yo y el Padre uno somos.”
Juan pudo conocer el amor del Padre de una manera especial
porque él pudo conocer y experimentar el amor de Cristo, por eso escribía de sí
mismo que él era el discípulo al que Jesús amaba y es por eso que en 1 Juan 3:1
inspirado por el Espíritu Santo resalta el hecho de que el ser llamados hijos
de Dios nos demuestra el gran amor del Padre y por lo tanto nos insta más
adelante a purificarnos. Ser puro significa ser limpio, por eso purificarnos
debe llevarnos a sacar de nuestras vidas aquellas cosas que pueden ensuciarla,
como por ejemplo pensamientos y sentimientos contrarios a la verdad de que
somos hijos de Dios, y que somos amados por Dios.
Hermanos, que el Espíritu Santo lleve la verdad de su Palabra
a lo más profundo de nuestro ser, para comprender cuán grande ha sido el amor
del Padre para llamarnos sus hijos y de esta manera teniendo clara nuestra
identidad en el Señor, podamos experimentar la nueva vida que como a hijos se
nos ha dado en Cristo Jesús, para vivir puros como Él es puro. Oración.
«Padre amado, hoy vengo a tus brazos, a refugiarme en ti,
gracias por hacerme tu hijo y amarme como tal, ayúdame por tu Espíritu Santo, a
tener clara mi identidad en Cristo Jesús, para así disfrutar de la nueva vida
que me has regalado. Amén.
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