Vida nueva
“pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.”, Gálatas 3: 26-27
Eres hijo de
Dios no porque obres de una manera u otra, eres hijo de Dios solo por creer que
Jesucristo a través de su muerte en la cruz justificó tu vida delante de Dios,
se puso en tu lugar y pagó tu condena; él mismo fue el sacrificio que Dios
demandaba para que tus pecados fueran perdonados.
Puedes hacer
muchas cosas para sentirte bien con Dios (ir a la iglesia, dar a los pobres,
decir oraciones) pero Dios solo verá una: A Cristo en tu corazón. Ahora bien,
el hecho no es aceptar a Cristo y seguir pecando, porque aparte de morir en una
cruz, Jesucristo resucitó para que tú también vivas en vida nueva. Ser
bautizado en Cristo no significa más que estar sumergido profundamente en él,
ahora la justicia, la santidad y la verdad de Cristo te revisten y te libran de
tu pasada manera de vivir que no le agradaba a Dios, ahora mismo Dios se agrada
de ti, se complace en ti. Por lo tanto, así como Dios pudo perdonar tus
pecados, también pudo (y lo hizo) darte una vida libre del poder del pecado,
una vida nueva.
Siendo un
hijo(a) de Dios el Espíritu Santo guía tu vida, te da la gracia (algo que no te
mereces) para amar la santidad y odiar el pecado; seguramente seguirás pecando,
la diferencia es que ahora no te agradará seguir haciéndolo, el Espíritu de
Dios te convencerá de hacer lo bueno y quitará progresivamente lo malo, en
cuanto tu colabores en obedecerle. Tu nueva vida será un camino compartido:
Dios te mostrará el paso que debes dar y te dará la fuerza y el valor para
hacerlo y tú tendrás que decidir darlo o no. Es hora de que empieces a creer
que eres una nueva criatura, olvídate de tu vieja vida y considérate muerto al
pecado, pero vivo para Dios por medio de su Hijo que vive en ti. Oración.
«Padre de la
Gloria gracias por este gran milagro de darme salvación y una vida nueva en
Cristo Jesús. Por hacerme tu hijo sin merecerlo y darme una herencia libre del
pecado y de la muerte. Hoy me levanto en tu nombre y vivo la vida nueva que me
regalaste. Amén.
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