Boleto a la felicidad
“¡Cuán
dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” Salmo 119:103
Para algunos
la palabra de Dios puede sonar aburrida, pesada, absurda y pasada de moda,
piensan en Dios como aquel dios intransigente que solo está para prohibirnos lo
que nos gusta y castigarnos por nuestros errores. Lamentablemente este es el
“dios” que la sociedad nos ha vendido, un falso dios que aun muchos adoran de
labios pero que verdaderamente aborrecen en su corazón; ¿Idolatría o religión?
Quizá ni siquiera hay diferencia.
Lo cierto es
que si la palabra de Dios se vuelve una carga para nuestra vida, es una señal
que nos falta conocimiento del Dios verdadero, como está escrito “Mi pueblo fue
destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6a ). Es imposible conocer a
Dios y no amarlo y amarlo y no obedecerlo. Dios solo no nos pide sacrificios:
“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que
holocaustos.” (Oseas 6:6). Nos pide que lo conozcamos de verdad. Conocer a Dios
requiere determinación y un corazón dispuesto a buscarlo. Dios promete: “Clama
a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces.” (Jeremías 33:3). Tenemos la Biblia, la palabra escrita por Dios
mismo, “el ancla más segura” (hebreos 6: 19). Su palabra nos hace libres, nos
transforma a la imagen de su Hijo Jesucristo, nos hace sabios y entendidos para
tomar decisiones, nos alegra el corazón y nos consuela el alma, es como una
antorcha en medio de tanta oscuridad: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera
a mi camino.” (Salmo 119: 105)
Dios es más
dulce que la miel, pero si no probamos en nuestro paladar su palabra y le
conocemos de verdad, jamás descubriremos al Dios maravilloso que tenemos, el
Dios verdadero (Con “D” mayúscula) que nos ama y nos promete un futuro y una
esperanza. Solo conociéndolo podemos amarlo de verdad. Es hora de clamar a Dios
por su conocimiento y descubrir que el hacer su voluntad no es una carga pesada
de llevar sino por el contrario nuestro boleto a la felicidad. Oración
«Padre de la
gloria mi clamor hoy es porque tu Espíritu Santo alumbre mi entendimiento con
el conocimiento de tu verdad, pero sobre todo de lo que significa tu amor por
mí. Quiero conocerte de verdad y no perderme en este mundo siguiendo falsas
filosofías que solo quieren torcer mi alma. Amén.
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