¿Quiénes
somos los hombres?
“Digo: ¿Qué es el hombre, para que teng
as de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Salmo 8:4
Este salmo
es una solemne meditación sobre la gloria y la grandeza de Dios, pero también
sobre la absoluta pobreza espiritual del hombre y su necesidad de salvación y
perdón por medio de Jesucristo. Para entender ¿quién es el hombre? David
empieza este salmo recurriendo al único referente válido, estable y verdadero:
Dios a través de su gloria, David dice “¡Oh Jehová, Señor nuestro, ¡cuán
glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos;
De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de
tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus
cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué
es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo
visites” (Salmo 8:1-4)
Cuando el
hombre destruye el concepto de Dios, destruye su verdadera imagen, destruye su
verdadero propósito (su honra), por lo tanto David reconoce por medio de la
creación quién es Dios, le agradece y se goza en su relación con Él. David sabe
quién es él, porque sabe quién es Dios, tiene un referente válido. El mundo
actual ha perdido el referente de Dios, por eso no sabe para dónde va ni cuál
es su propósito.
David
continúa, después de reconocer la grandeza de Dios y la bajeza del hombre, nos
habla proféticamente de la única puerta que a pesar de la divergencia
existente, conecta el camino de Dios con el del hombre: Jesucristo. “Le has
hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le
hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus
pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, Las aves de
los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar.”
Salmo 8: 5-8. Jesús fue coronado de la gloria de Dios porque era Dios mismo, y
de la honra del hombre porque se hizo como nosotros para enseñarnos el camino
al Padre.
Reconocer la
grandeza de Dios y nuestra bajeza, nos pone en el lugar correcto para reconocer
nuestra necesidad de salvación y perdón por medio de Jesucristo. Los que hemos
experimentado su amor y conocemos a nuestro Creador, como David podemos
proclamar “!Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la
tierra!” (Salmo 8:9). ¡Somos quien Dios dice que somos! Oración.
«Padre de la
gloria, Jesucristo es mi única verdad, permíteme conocer íntimamente a tu Hijo,
porque solo así sabré quién soy realmente. Amén.
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