Aunque la higuera no florezca
“Aunque la
higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del
olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la
majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová,
y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El
cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.”, Habacuc
3:17-19
Este
versículo inicia describiéndonos una situación de devastación total donde las
principales fuentes de trabajo y sustento de Israel como son la higuera, la
vid, el olivo, las tierras y los diferentes tipos de ganado han quedado reducidas
a nada, en contraste de este panorama de destrucción vemos también la asombrosa
reacción del profeta Habacuc: “Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré
en el Dios de mi salvación”. Aun cuando todo esté perdido él exclama “Jehová el
Señor es mi fortaleza”.
star en
situaciones como estas no es algo que deseemos, sin embargo, inevitablemente el
día malo (la adversidad) puede tocar a nuestra puerta en cualquier momento.
Para los cristianos es un hecho real que tendremos que enfrentarnos a diversas
circunstancias que pondrán a prueba nuestra fe, el consejo bíblico nos dice: “Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes” Efesios 6:13
Cuando
aspiramos a escalar una gran montaña, nuestro entrenamiento físico y mental
debe corresponder con la dificultad a la que nos enfrentemos. Necesitamos
desarrollar fuerza, potencia y resistencia o de lo contrario desfalleceremos
antes de ver la cima. Los planes de Dios para nuestra vida son más altos que
las montañas que podamos imaginar y prepararnos para alcanzarlos implica
determinación y esfuerzo, esta preparación es en realidad un proceso amoroso
por medio del cual nuestro Padre Celestial “hace nuestros pies como de
ciervas, y en nuestras alturas nos hace andar.”
Como Habacuc
vistámonos de la armadura de Dios (Efesios 6: 14-18), entonces como las cabras
montesas estaremos preparados para enfrentar y superar cualquier montaña sin
importar cuán grande o peñascosa ésta sea.
Oración.
«Señor mi
Dios ayúdame a estar firme en el día malo, no permitas que las dificultades
empañen mi fe, concédeme la gracia de alegrarme y gozarme en ti mi Dios, mi
único salvador. Que mis pies sean tan fuertes y resistentes que no pueda
rendirme ni tropezar. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario