Dios me ciñe
de poder
“Porque
¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios
es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino”, Salmo 18:31-32
Este salmo
lo escribe David el día que Dios lo libró de todos sus enemigos y de la mano de
Saúl. Lo tituló “Acción de gracias por la victoria”. A diferencia del
devocional de ayer donde hablamos del difícil momento por el que pasaba David y
que pese a la incertidumbre del futuro y los males del presente, decidió
confiar plenamente en la buena voluntad de Dios para su vida, en este salmo
David ya ha pasado la prueba y está disfrutando un momento de gloria. Dios, en
quien había puesto su confianza lo había escuchado: “En mi angustia invoqué a
Jehová, Y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó
delante de él, a sus oídos” (Salmo 18:6).
En este
momento David podía ver en retrospectiva, la oscuridad había pasado y todo
parecía ser más claro. “Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay
fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto
mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre
mis alturas; quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con mis
brazos el arco de bronce.” (Salmo 18: 31-34). David por fin podía ver el
propósito de su difícil prueba; seguramente no fue fácil dar sus primeros pasos
de fe en este pedregoso camino, pero ahora David sabe que el Todopoderoso hizo
perfecto su camino. La prueba lo hizo más fuerte a nivel mental y físico pero
sobre todo espiritual. No solo buscó a Dios en el día malo sino que aún en su
gloriosa victoria seguía rendido ante la majestad del único y sabio Dios que
sabe mejor lo que le conviene a cada uno de sus hijos. Como David, necesitamos
ser fortalecidos no sólo para atravesar los malos momentos, sino para permanecer
firmes en los buenos. Sea cual sea nuestra situación no dejemos de alabar y
glorificar al Dios maravilloso que nos dio vida cuando estábamos muertos.
Gloria a Dios por Jesucristo nuestra esperanza viva y nuestro único camino al
Padre.
¡Por tanto
yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, Y cantaré a tu nombre. Grandes
triunfos da a su rey, y hace misericordia a su ungido, A David y a su
descendencia, ¡para siempre! (Salmo 18:49-50).
Oración.
«Padre de la
gloria te alabo porque tú eres bueno siempre, te alabaré y anunciaré tu nombre
porque tú adiestras mis manos para la batalla y mis brazos para la guerra. Tú
eres mi victoria. Amén.
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