El Dios de
mi justicia
“Respóndeme
cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste
ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración”, Salmo 4:1
Todos
quieren que Dios responda, pero sólo responderá el “Dios de mi justicia”.
¿A qué se
refiere el salmista con esta expresión? Recordemos el significado bíblico de
justicia. Justicia no es un concepto, ni un logro personal, es una persona: “Al
que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21) por lo tanto entendemos que
Jesucristo es nuestra justicia. Y como veníamos diciendo, en situaciones
adversas, todos, incluso los que deliberadamente despreciaron a Dios, los que
se burlaban de los creyentes, resulta que claman a un Dios que quisieron tener
lejos toda la vida. Pero Dios solo responderá a través de una puerta llamada
Jesuscristo, la puerta de la justicia. Dios nunca responderá con base a
nuestras justicias dado que somos completamente incapaces como seres humanos de
presentar la más mínima justicia que Dios exige, como está escrito: “No hay
justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se
desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni
siquiera uno.” (Romanos 3:10-12).
La única
manera de acceder a la presencia de Dios es recibiendo su justicia como un
regalo que no merecemos, un regalo de amor llamado Jesús “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16) y para recibir
realmente a Jesucristo necesitamos vernos como realmente somos: Unos pobres y
miserables pecadores, mendigos de su misericordia y hambrientos de perdón
porque somos culpables, no somos inocentes. Cuando nos dejemos de ver como unas
víctimas y reconozcamos nuestras culpas delante de Dios, entonces podremos
clamar por la misericordia de Dios y nos será dada. Él escuchará nuestra
oración.
Los salmos
nos enseñan cómo tener una correcta relación de intimidad con Cristo, una
relación honesta, sin maquillarnos de una piedad que no tenemos. Aprendamos a
presentarnos delante de Dios tal y como somos y Dios siempre nos responderá. Oración.
«Padre de la
gloria mi única necesidad en este mundo es Jesucristo, su justicia me hace
libre y me permite estar delante de ti, líbrame del orgullo de creer que
merezco alguna cosa, porque nada merezco, por favor respóndeme cuando a ti
clamo, ten misericordia de mí y oye mi oración. Amén.
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