Sumergidos en ti
«Me hizo
volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del
umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al
oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al
sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la
vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al
oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el
oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por
las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas
hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta
los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las
aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado.»
Ezequiel 47:1-5
Siguiendo la
línea del devocional anterior, el Señor me llevaba a recordar este relato del
antiguo testamento, en donde vemos cómo Ezequiel es conducido a pasar por en
medio de las aguas; lo interesante de éste pasaje es ver cómo este hombre es
guiado para que se sumerja más, pues no es suficiente el mojar los tobillos,
las rodillas o los lomos, sino que se necesita el ser sumergido por completo
para llegar al lugar hasta donde está siendo direccionado; y ésto me hizo
reflexionar que en muchas ocasiones he experimentado lo mismo que Ezequiel en
mi vida espiritual, pues he visto cómo me falta sumergirme en el conocimiento
de Jesucristo; hay momentos en los que pienso que mi conocimiento, está como
cuando Ezequiel sólo tenía mojado sus tobillos; no sé si te ha pasado; pero a
través de éste devocional Dios nos está revelando que su anhelo para cada uno
de nosotros es que nos sumerjamos, como Ezequiel, en Su conocimiento, en esos
ríos de agua viva.
Junto con
éste pasaje el Señor me recordaba el encuentro que tuvo con la mujer
samaritana, encuentro que dió como resultado una extraordinaria revelación, no
sólo para ésta mujer sino también para nosotros: «Respondió Jesús y le dijo: Si
conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.» (Juan 4:10); palabras como: «Si conocieras»
y «quién es el que te dice», apuntan hacia lo mismo, hacia lo fundamental que es
el conocerle; y ¿por qué Dios mismo anhela ésto?, porque al conocer la Verdad,
quien es Jesús, esa Verdad nos hace libres (Juan 8:32); porque de ésto trata la
vida eterna (Juan 17:3); porque sólo conociendo a Jesús tenemos acceso al Padre
(Juan 14:6); y por último, porque el conocerle es el todo del hombre
(Eclesiastés 12:13).
Hoy Dios
mismo nos está recordando cuán vital es que le conozcamos, que nos sumerjamos,
al igual que lo hizo Ezequiel, en lo profundo de Su palabra, pero esto solo se
logra escudriñando las Escrituras (Jeremías 33:3). Es nuestra decisión el ver
qué hacemos con este llamado, si lo aceptamos o lo rechazamos, pero la
invitación con éste devocional es a que sigamos Su consejo y escojamos la
enseñanza que nos conduce a sumergirnos en la fuente de vida (Apocalipsis 7:
17a). Oración.
«Padre mi
anhelo es conocerte cada vez más profundamente, porque no quiero sólo mojar mis
pies, sino sumergirme en tu palabra; anhelo disfrutar en todo momento de las
excelencias que produce en mi vida, el conocerte. Hasta ahora quizás sólo me he
mojado las rodillas o los lomos, pero llévame Espíritu Santo de Dios a tomar
todos los días la decisión de levantarme muy de mañana para navegar y
sumergirme en lo profundo de tu palabra, amén.
Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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