La oración.
Parte 3
«pero yo he
rogado por ti, que tu fe no falte» Lucas 22: 32a.
Cuántas
veces al igual que Pedro, al ser impulsados por las emociones, le hemos dicho
al Señor: “aunque todos te abandonen, yo jamás lo haré” (Mateo 26:33) o
incluso, hemos pensado al ver su negación hacia el Señor: “si yo hubiese estado
en esa situación no habría reaccionado así”, quizás lo hemos hecho, pero
estamos olvidando que en ocasiones también hemos actuado como Pedro, pues:
¿cuántos de nosotros ante una situación de presión generada por las
circunstancias, personas, emociones, entre otras, hemos reaccionado igual? Pues
al desobedecer la palabra de Dios hemos actuado como si no la conociéramos o
nos negáramos a aceptarla en nuestra vida, así como lo hizo Pedro. Pero este
devocional no es para quedarnos mirando nuestros errores o los del discípulo,
sino para fijarnos en Jesús.
Si
analizamos Lucas 22:33, nos daremos cuenta que mientras Pedro estaba
ensimismado alabando su “integridad y firmeza” ante el Señor, Cristo ya le ha
manifestado algo importante, a lo que quizás no le prestó mucha atención: “yo
he rogado por ti, que tu fe no falte”, Jesús mismo le revela que Él ha orado al
Padre por su vida, pues Satanás ha pedido permiso para zarandearlo. Y
preguntémonos hoy: al igual que Jesús ¿le estamos prestando suficiente atención
a la oración, estamos entendiendo su importancia?
Jesús nos
revela a través de este ejemplo cuán necesaria es la oración en nuestras vidas,
cuán vital es pedir por nuestra fe: para que nunca falte, para que sea
inamovible, para permanecer firmes y no olvidar las enseñanzas del Padre a la
hora de tomar decisiones. Pero qué pasa si al igual que Pedro, ¿no he tomado
una buena decisión? El Señor nos enseña que esa fe que tenemos en Jesús nos
debe llevar a recordar que Cristo ya pagó por nuestros pecados, pero también
esa misma fe nos debe llevar a volver a Él: confesando nuestros pecados,
pidiéndole perdón, y enderezando, con su ayuda, nuestro caminar.
Hermanos,
¡la oración es vital!, pues nos ayuda a dejar de poner la mirada en nosotros
para ponerla en Jesús, y es allí donde en humildad reconocemos nuestra
debilidad, pedimos ayuda, guía y dirección a Dios, para tomar decisiones ya no
bajo nuestra emoción, sino con base en los principios de Dios. Pero si en vez
de hacer esto, continuamos fijando la mirada en nosotros y no buscamos tener
tiempos de intimidad con Dios, resultaremos tomando malas decisiones, asumiendo
sus consecuencias y llorando amargamente por haber desobedecido al Señor.
Así como
Jesús oró por Pedro para que su fe no faltara, hagámoslo nosotros, pidamos para
que nuestra fe permanezca, pero también clamemos por aquellos que no la tienen,
porque la fe es necesaria. Oración.
«Gracias
Señor Jesús porque cuando estuviste en la tierra no solamente rogaste al Padre
por tus discípulos, sino que también lo hiciste por aquellos que creeríamos en
ti, cuando se predicara tu palabra; y esto nos debe exhortar a que si tu lo
hiciste nosotros también debemos hacerlo, pues hemos sido llamados para seguir
tus pasos. Hoy te pedimos por nuestros hermanos en Cristo, para que los guardes
del mal, y aun te pedimos por aquellos que no te conocen, para que escuchen tu
voz y conozcan a tu Hijo Jesús quien es la verdad, la verdad que nos hace
libres, amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario