La procrastinación. Parte 4
“El alma del
perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.”
Proverbios 13:4
La persona
que aprende a ser diligente vence la procrastinación, y ¿por qué lo decimos?
porque la diligente obra o actúa con gran interés, esmero y eficacia a la hora
de realizar sus tareas, no piensa en dejar las cosas para otro día, todo lo
contrario, se caracteriza por ser rápido, pronto o ligero a la hora de hacer
las cosas, de buscar una solución, o resolver un problema. Claramente la
diligencia no fue una característica que pudimos observar en la vida de Jonás,
pues en su actitud solo vimos (devocionales atrás) su mal hábito de
procrastinar, y es aquí donde damos la gloria a Dios pues si no hubiese sido
por Su misericordia y gracia abundante, otro hubiese sido el final de Nínive
(Jonás 1:1-3; 3:4-10)
Lo
maravilloso de escudriñar las Escrituras, es que en ellas se nos revelan cosas
impresionantes, como las afectaciones negativas que se hubieran podido generar
si Jonás no hubiera cumplido con su llamado, pues si observamos lo que sucedió
con los marineros, quienes llevaban al profeta en su nave camino a Tarsis, nos
daremos cuenta que a causa de la desobediencia de Jonás, toda la tripulación se
estaba enfrentando a una gran tormenta que podría llegar a acabar con sus
vidas; incluso si miramos al pueblo de Nínive, al ellos no haber podido
escuchar el juicio de Dios, no hubiesen podido experimentar ni manifestar
arrepentimiento hacia el Señor, lo que habría dado como resultado su total
destrucción; éstas son consecuencias que podrían haberse manifestado si Jonás
no hubiera actuado, y de igual forma sucede en nuestras vidas, pues al
procrastinar más y más tiempo nuestro llamado, alguna tarea o actividad, puede
llegarnos a afectar no solo a cada uno de nosotros, sino también a los demás.
Seguramente
al evaluar nuestros comportamientos estaremos pensando: “Es momento de cambiar,
debo dejar de procrastinar”, y es probable que éste sentir no solo lo hayas
tenido en este momento, sino en diversas ocasiones, como por ejemplo: al
anhelar una vida diaria llena de más fe y oración, de lectura de la palabra, de
fiel congregación, de tomar decisiones adecuadas en momentos adecuados, de no
dejarnos dominar por la ira, de aprender a comportarnos y actuar sabiamente,
entre otras., y al meditar en todo esto, reflexionemos, ¿cuántas de esas cosas,
que hemos anhelado, las estamos experimentando?, ¿será que acaso nos estará
pasando como el hombre perezoso, mencionado en el pasaje principal, que no hace
nada más sino soñar y desear, en pocas palabras procrastinar?; por eso el Señor
exalta a quien es diligente, porque no solo anhela, sueña, sino que alcanza y
prospera, pues trabaja y actúa permanentemente para obtenerlo (Proverbios 13:4;
12:27).
Hermanos, es
tiempo no solo de orar, escudriñar y creer en lo que dice la Palabra, sino
también de actuar, pues necesitamos ser en todo tiempo diligentes (Efesios
5:15-16). Oración.
«Padre,
quiero que mis actos sean coherentes con lo que profesa mi fe, pues quiero ser
verdadero, en mis palabras, pensamientos, emociones y voluntad. Señor, en
ocasiones he visto que, aunque oro y pido tu consejo para hacer lo que te agrada
y caminar conforme tu palabra, no termino actuando congruentemente, sino más
bien procrastinando, ya no quiero seguir igual, por eso te pido Espíritu Santo
de Dios que me ayudes a ser diligente en todo tiempo, pues más que un anhelo es
lo que quiero experimentar en mi vida, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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