Santos en un
mundo perverso
“No ruego
que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. Juan 17:15
“para que
seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares
en el mundo”. Filipenses 2:15
Jesús no oró
para que fuésemos quitados del mundo, sino que fuéramos guardados del maligno,
Él sabe que la santificación verdadera se da en el campo de batalla, no
aislados y metidos en una urna de cristal para alejarnos del pecado y la
tentación. Es en el mundo en medio de su oscuridad y desazón donde tenemos que
brillar como luminares. Por eso ser santos no es un mero formalismo religioso y
devoción externa.
La verdadera
santificación no es cumplir con rituales religiosos, no consiste en la
intensidad de nuestras emociones en los cultos, sino en la profundidad,
entendimiento y conocimiento de la Verdad de Cristo que nos lleva a un genuino
cambio interior, a una transformación de nuestra naturaleza humana que se hace
evidente para otros.
Muchos se
han encerrado en conventos, monasterios y hasta algunos se vuelven ermitaños
buscando la santidad, alejados de la realidad del mundo. Pero la verdadera
santidad no aísla al creyente de las dificultades y tentaciones, sino que les
hace frente y las supera por medio de la gracia de Cristo. 1 corintios 15:10
dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en
vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo”.
Dios nos
hace un llamado a ser santos desempeñando las obligaciones en el lugar donde
nos ha puesto y ser luz en medio de las tinieblas y sal en medio de la
corrupción. Ser irreprensibles y sin mancha es el desafío para los hijos de
Dios que quieren resplandecer en este mundo torcido y perverso. Dios nos llama
por lo tanto a crecer en fe, amor y santidad, siendo testimonio de vida y nos
compara con árboles arraigados y cimentados en su Palabra viva, que florecen en
cualquier ambiente, no importa la situación estamos llamados a marcar la diferencia.
Jeremías 17:8 “Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto
a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su
hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”
Oración.
«Amado
Jesús, gracias por santificarme con tu Verdad, por darme tu gracia y poder para
vivir irreprensible en medio de este mundo perverso, por llamarme a ser luz en
esta generación seducida por el pecado y poder glorificar tu nombre, creciendo
en amor, fe y santidad hasta tu regreso. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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